A DIESTRA Y SINIESTRA
Dejad que los niños
Sorprende que, con semejantes antecedentes de encubrimiento bajo la mitra, alguien todavía piense que este Papa con nombre de muñeco animado japonés va a animarse a poner orden en el rebaño. Nada menos que 'The New York Times' ha topado con la Iglesia, una institución que tradicionalmente usa dos líneas de defensa contra sus críticos, lo mismo que los niños usan pantalones y calzoncillos. La primera es negarlo todo y lavar los trapos sucios en casa, bajo esa memez llamada Derecho Canónico donde, por lo visto, la violación a un niño se considera un delito más o menos de similar calibre al de mojar una hostia consagrada en café con leche. La segunda es señalar que los casos de pederastia probados son muy pocos, como si una sola cucaracha correteando alegremente por la cocina no probara que una casa está de mierda hasta los topes. Un solo espécimen de cura violador ya son muchos: qué decir de los más de cuatro mil registrados sólo en Estados Unidos.
Desde las gafas hasta los trasplantes de corazón, pasando por la democracia, la Iglesia siempre ha estado en contra de cualquier avance que nos hiciera la vida mejor. Pedirle ahora una rectificación sería como pedirle a la Luna que se salga de su órbita y se calce unos bombachos. Con una gente que aún cree que el hombre no desciende del mono y que la Tierra gira alrededor del Sol, salvo que Josué diga lo contrario, es mejor no discutir de nada. Esto es cosa de la policía: ni Derecho Canónico ni hostias consagradas.
Y si tu iglesia te escandaliza, arráncatela.
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