¡CAMPEONES!!!!!!
martes, 19 de mayo de 2009
César VIDAL
La Policía permanece
La recuerdo como si acabara de escucharla hoy mismo. Era una frase lapidaria que pronunciaba un torturador de una nación suramericana en una película de los años setenta. Cuando uno de sus compañeros en la represión indicaba que, un día u otro, acabaría llegando un gobierno democrático y les pediría cuentas por sus acciones irregulares, el esbirro con placa apostillaba: «Los gobiernos pasan, pero la Policía permanece». Aquella sentencia -en todos los sentidos del término- venía a mostrar uno de los grandes dramas de las repúblicas bananeras. Por regla general, sus gobiernos eran ineficaces y corruptos, y cuando parecía que la norma iba a quebrarse en favor de un nuevo presidente honrado e incluso buen gestor, no había que hacerse tampoco demasiadas ilusiones. Los aparatos policiales seguían siendo los mismos y, más tarde o más temprano, el nuevo Gobierno pasaría y la Policía, aquella Policía fundamentalmente política, permanecería. Todo esto me ha venido a la cabeza después de que hayan salido a la luz los últimos datos referentes a la Policía autonómica vasca. Nada más quedar de manifiesto que el PNV no podría seguir gobernando en las Vascongadas y que resultaba más que posible un nuevo Gobierno del PSE con respaldo del PP, la Delegación del Gobierno en el País Vasco solicitó al Cuerpo Nacional de Policía y a la Guardia Civil informes sobre su relación con la Ertzaintza. Lo que surgió de aquellos informes era suficiente como para no pegar ojo. No sólo se trataba de que la coordinación era deplorable sino de que se había ocultado información en asuntos como la lucha contra la banda terrorista ETA. La única salida era proceder a una reestructuración en profundidad de la Ertzaintza. Pero, en paralelo, altos cargos de la Policía autonóma vasca se dedicaban a mantener reuniones con decenas de cargos intermedios para indicarles que la información sensible recogida por la Policía autónoma vasca tenía que llegar a los dirigentes del PNV y que, por añadidura, debía dificultarse la acción del nuevo Gobierno vasco proporcionando, por ejemplo, informaciones a la actual oposición nacionalista para usarlas en su contra. Nunca abrigué duda alguna de que los nacionalismos catalán y vasco han tenido siempre una clara voluntad de convertirse en la clase dominante de sendos imperios que, en realidad, serían sólo repúblicas bananeras. Con todo, si alguna hubiera tenido se me ha disipado con los últimos datos sobre los entresijos -que, dicho sea de paso, a pocos pueden sorprender- de la Ertzaintza. A lo largo de décadas, los nacionalistas han sabido crear un entramado que lo mismo liquidaba la unidad de mercado que abría un abismo entre su región y el resto de España suficiente como para que las aficiones de ciertos equipos pudieran abuchear el himno nacional como si fuera lo que todos esperaban de ellos. Han establecido un entramado de privilegios económicos que incluyen lo que Mikel Buesa denominó el «pufo vasco» y las medidas inconstitucionales del nuevo Estatuto catalán sobre el que quizá emita su resolución el Tribunal Constitucional antes de que el Tribunal del Altísimo nos juzgue a todos ante el Gran Trono blanco del que habla el Apocalipsis. Ahora, incluso nos hemos enterado de que el PNV creó una Policía propia de un régimen bananero. Esa típica Policía que, dada la ausencia de democracia real, sabe que, a pesar de todo, permanecerá.
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