Un culpable para Chacón
Cabe suponer que, durante la próxima semana, la ministra Chacón visitará la Academia de Hoyo de Manzanares. No tendrá que hacerlo en braga náutica, como Fraga cuando se sumergió en las
aguas de Palomares para tranquilizar a los turistas sobre la calidad del baño. Pero sí habrá de exponerse al mismo ambiente envenenado en el que Defensa permitió una visita de escolares cuando ya se conocía el brote de gripe A. El apagón informativo alrededor del acuartelamiento de Hoyo no es comparable en gravedad ni en consecuencias trágicas al asunto de las falsas identificaciones de los cadáveres del Yak. Sin embargo, algo tienen en común: será un militar –o varios– el que cargue con la culpa para que salga airoso el político profesional. Por definición, un
militar es el chivo expiatorio perfecto: sus hábitos de conducta no le incitan a la protesta, sino a la obediencia y al acatamiento incluso de las injusticias. No es probable que un militar filtre
información o convoque una rueda de prensa para contar la verdad subterránea de una trama que le costó la carrera. Sus códigos le convierten en una víctima propicia cuando la política le arrastra a su estilo intrigante, maniobrero, al que nada importa salvo la supervivencia al precio que sea. Por eso Trillo permanece en la vida pública y aun se permite dictar lecciones de moral mientras subordinados suyos reciben penas de prisión por lo que hicieron en Trebisonda.
Aunque la gripe de Hoyo no sea comparable a los funerales equívocos del Yak, a Carme Chacón el destino le ha gastado una broma. Se declaró insatisfecha por la sentencia porque dijo que el verdadero culpable permanecía en su escaño, acogido a sagrado en la protección de su partido. Y, apenas unos días después, escandalizada la opinión pública por el secretismo y las torpezas con que fue gestionado el brote de Hoyo, la ministra ha tardado casi una semana en dar explicaciones. Y cuando lo ha hecho, durante la visita a un hospital del que los enfermos ya fueron dados de alta,
lo único que ha insinuado con cara de yo no he sido es que abrirá una investigación para concretar responsabilidades. O sea, que la ministra Chacón ya se ha puesto a buscar su propio militar
expiatorio, el que se coma el marrón para que ella pueda salvar la nimiedad de su propia carrera y permanecer en el escaño, igualmente protegida por la endogamia de las siglas. No es un hecho
novedoso. Cuando un militar y un político profesional se ponen a levantar cubiletes, es siempre al militar a quien le toca el garbanzo, lo mismo en Trebisonda que en Hoyo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario