Calila y Dimna
Debía andar yo por los seis años y en un intento de que me estuviera quieto, mi madre me alargó un volumen que mi padre custodiaba en un cajón del dormitorio. Se trataba de una antología de traducciones al castellano procedentes de colecciones de cuentos medievales. Los que más me impresionaron con diferencia fueron los procedentes de Calila y Dimna o, como decían los árabes, Kalila ua Dimna. Cómo se formó aquella recopilación es algo que todavía resulta objeto de sesudas discusiones entre eruditos y parece haber una mayoría que se divide entre un supuesto origen persa o indio. No tiene mayor importancia a mi juicio ese dilema.
Para mí, lo relevante es que yo descubrí la fábula animal en Calila y Dimna. Entiéndaseme bien. Estoy convencido de que ya había escuchado algo de Esopo y de que en clase nos habían leído versos de Iriarte y Samaniego que reproducían al hispánico modo historias de origen grecorromano. Sin embargo, para mí los animales comenzaron a ser humanos con Calila y Dimna. Fue a lo largo de sus páginas como descubrí que el zorro o el cuervo tenían sentimientos como los que palpitaban en mi corazón infantil y, sobre todo, me encontré con que podía ser engañado o caer en las mismas trampas que algunos de aquellos irracionales que, en otros casos, tanta astucia sabían demostrar.
Años después –era yo entonces un jovencísimo aprendiz de orientalista– leí Calila y Dimna en árabe e incluso me permití, creo que con bastante torpeza, verter algunos de sus relatos al español. Pocas veces habré disfrutado más de esa tarea tan necesaria, pero, a la vez, tan difícil que raya en lo imposible. Porque ¿cómo se puede trasladar a nuestra lengua el engaño, la sorpresa, la codicia o la generosidad cuando brotan de picos o fauces? No seré yo el que diga que lo ha conseguido. Todavía ahora, en ocasiones en que necesito despejar la mente, echo mano del volumen árabe de Calila y Dimna y me digo que para no sentirme abrumado por los confusos seres humanos voy a pasear entre esos animales que tan bien se expresan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario