¡CAMPEONES!!!!!!

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miércoles, 2 de septiembre de 2009

Víctor Gago

¿Por qué los economistas no saben leer?

Creo que es posible elaborar una teoría del consumo literario de los economistas, un modelo de sus preferencias como lectores que explique algunas de sus chapuzas como escritores. De hecho, lo estoy haciendo para La Ilustración Liberal y me temo que el resultado no gustará a los liberales citados en ese artículo. Lo siento mucho. Que aprendan a leer.

El profesor Juan Velarde pone de relieve la ignorancia de los prebostes de la II República en las cuestiones de la Ciencia Económica. Marcelino Domingo, el ministro de la reforma agraria, abandonó en una ocasión el hemiciclo, en pleno debate, para ir en busca de Pascual Carrión y preguntarle: "Don Pascual, ¿qué son los bienes comunales?". Y del diario de Azaña, descolla una anotación de 1912, en París, de cómo se vio atrapado, por accidente, en una conferencia de Leroy-Baulieu: "Me parece que no me cogen en otra". Por lo demás, J.F. Revel dedicó su obra más célebre, El conocimiento inútil, a reponerse del siguiente estupor: por qué los intelectuales de Occidente, disponiendo de todos los datos de la ciencia y de toda la experiencia de la historia, se obstinan en propagar ideologías asesinas y mentirosas. La cuestión de por qué los escritores, particularmente los españoles e hispanoamericanos, son tan cretinos cuando hablan de Política, Economía o Moral ha sido tratada de manera concluyente por los sres. Montaner, Vargas Llosa (d. Álvaro) y Mendoza, en su justamente aclamado Manual del perfecto idiota...

Todas esas perspectivas del desdén bruto o malicioso de nuestros "intelectuales" por la verdad, durante el siglo XX (y lo que te rondaré...) son esencialmente correctas, y uno simplemente añadiría que la putrefacción mental viene del Romanticismo, o sea, de Rousseau en adelante, cuando el intelectual se convence de que es lo bastante genial como para vivir de lo que piensa (generalmente, a cuerpo de rey) sin necesidad de vivir como piensa.

Total, que, siendo todo esto así, me he preguntado a mí mismo, para mis adentros, qué demonios ha venido pasando en el otro sentido de la carretera, el que se supone que deberían haber recorrido los economistas, durante su formación, como turistas en pos de las doradas playas de la tradición humanista. Acoto el objeto de estudio a los economistas liberales porque, cuando pienso en los economistas marxistas me vienen inmediatamente a la cabeza los casos del sr. José Luis Sampedro y de Jacques Attali, me deprimo pensando que quizá Thomas Carlyle tenía razón cuando dijo que la Economía es una "ciencia lúgubre," y se me baja la líbido de escribir una teoría para demostrar que la mayoría de los economistas (y asimilados: periodistas de divulgación económica, ingenieros evolucionistas, asesores fiscales randianos, geeks de la Internet, buscadores de rentas en los criaderos de tertulias...) no sabe escribir, simplemente, porque no sabe leer.

Las diez hipótesis del modelo son las siguientes:
1. Un economista liberal es, básicamente, un lector proteccionista. El sentido de su elección en la biblioteca o en la FNAC consiste en preservar la pureza de su producción interior de silogismos. No dudará en erigir barreras arancelarias y fitosanitarias a la libre circulación de imágenes no homologadas a la lógica aristotélica. Para un economista liberal, un verso como "la mano o el labio o el pájaro nevaban" (La muerte de Narciso, 1937, J. Lezama Lima) es competencia desleal y una aberración contra la industria nacional de verdades como puños.

2. Un Economista liberal lee para ver confirmadas sus ideas. No hay nada que le guste tanto como la literatura con mensaje. Por eso, Ayn Rand, cuya obra puede compararse con una enorme bosta de vaca seca y cursi, tiene tanto éxito entre los liberales. Un economista liberal comentó, en la reseña número 2.567 a La rebelión de Atlas, que, en esa novela, Rand "comprime en mil páginas su cosmovisión". ¿Qué entiende un economista por comprimir? ¿Siempre son tan rigurosos en sus análisis sobre Economía?

3. Un economista liberal lee muchas novelas de ciencia ficción porque en el fondo de su corazón libertario vive un utópico que sueña con mundos perfectos u horrendos (pero redimibles con la utopía del mercado total). En su biblioteca no pueden faltar Arthur Clarke, I. Asimov o A. Eschbach.

4. Una economista liberal (o asimilada) lee poesía sólo si es de Mario Benedetti. Entre los economistas liberales machos no hemos detectado aún esta conducta, pero todo se andará, porque unos y otras comparten un mismo instinto que les empuja con irresistible fuerza a "la sensibilidad comunicante".

5. Un economista liberal recomendó una vez El corazón invisible, de Russell Roberts, y los demás corrieron a comprarlo. No hay nada más gregario que un economista liberal leyendo. El economista liberal es incapaz de leer por libre.

6. Un economista liberal leerá una novela cuya trama incluirá, indefectiblemente, alguno de los siguientes ingredientes (o todos): un Estado totalitario, un prota que lucha por la libertad, un pueblo bruto y oprimido, un largo cautiverio. Ayuda mucho que el escritor haya sido un perseguido. Lo que nunca hay en las novelas que lee un economista liberal es el típico chico y la típica chica copulando. Un economista liberal es un dios cuando piensa y un estrecho cuando lee.

7. Un economista liberal es incapaz de leer nada que tenga más de un sentido. Para un economista liberal, Thomas de Quincey iba en serio cuando escribió Del asesinato considerado como una de las bellas artes, interesante tratado para enriquecer la oferta del sector servicios, siempre que el Estado no se entrometa. El sistema poético que puede tolerar un economista liberal se resume en: "al pan, pan, y al vino, patrón oro".

8. Se nota en su forma de escribir si un economista liberal ha leído a Borges o cree que es una marca de ciruelas pasas. Es evidente que el profesor Rodríguez Braun lo ha leído. Es evidente que otros muchos, no. Llamamos a esta hipótesis "preferencia lectora revelada".

9. Es más fácil desarrollar un criterio económico que un criterio lector. La Ciencia Económica tiene poco más de 200 años; nuestra tradición literaria, más de 2.000. Para comprender el funcionamiento del mercado, basta con leer tres o cuatro clásicos; para aproximarse al funcionamiento del individuo, bastantes más.

10. Un economista liberal escribe generalmente como lee, o sea, con el culo.

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