¡CAMPEONES!!!!!!

¡CAMPEONES!!!!!!

viernes, 9 de octubre de 2009

Alfonso Ussía

Necias carceleras

Necias ignaras carceleras de la palabra. Rancia caverna estalinista. Han prohibido en el Ayuntamiento de Sevilla un homenaje a Agustín de Foxá con motivo del cincuentenario de su muerte. Falangista e ideólogo del franquismo. Foxá fue falangista, que no es más antidemocrático que ser comunista y estalinista. Después dejó de serlo y se convirtió en un problema para el régimen de Franco. Dice la necia carcelera de la palabra, una chica comunista llamada Josefa Medrano, que el acto se prohibió porque Foxá fue un apólogo del franquismo que ejerció como diplomático después de la Guerra Civil. Ejerció como diplomático porque lo era, tonta, y lo hizo antes y después de la Guerra Civil, porque representó a la España de la Segunda República en Bucarest. Aquilino Duque y Antonio Rivero, dos escritores incontestables, celebraron el homenaje en la calle. Los necios carceleros de la palabra libre se apoyan en la Ley de la Memoria Histórica, esa resentida gilipollez. Foxá no mató a nadie en la guerra ni en la preguerra, ni visitó checas torturadoras en el Madrid dominado por la violencia marxista. Y escribió la gran novela de la Guerra Civil, «Madrid de Corte a Checa», furibunda, brillante, partidaria, destelladora y bellísima. En aquellos tiempos la neutralidad era un imposible. Ahí están los sonetos a Stalin, a Lister, y a Franco de los Machado. Cada uno por un bando. Foxá se convirtió en un lujo peligroso del franquismo. Aquella charla con el cornudo conde Ciano, yerno de Mussolini, en la embajada de España en Roma. Foxá bebía una copa detrás de la otra, y Ciano, el todopoderoso administrador del fascismo en Italia, se lo afeó. «Foxá, a usted le va a matar el alcohol»; y Foxá rápido y certero: «Y a usted le va a matar Marcial Lalanda». Foxá fue un gran novelista, escribió la más avanzada y original obra teatral de su tiempo «Cui-pin-Sing», y muchos de sus poemas –«La Melancolía del Desaparecer»– aún no se han olvidado a pesar de los silencios. A Foxá, como apuntó Aquilino Duque, no se le veía bien en el franquismo, y aprovecharon su condición de diplomático para mantenerlo en la lejanía. Telegrama del Ministerio: «Vuestra Ilustrísima ha sido destinado como ministro consejero a la embajada de España en Tegucigalpa». Respuesta de Foxá al Subsecretario. «Honradísimo. ¿Dónde coño está eso?». Era un monárquico estético, y su romance al Rey Muerto, al cadáver de Alfonso XIII en un hotel de Roma, recorrió España de punta a punta a través de la palabra. «En el cuarto de un hotel/ está muerto el Rey de España/ con el manto de la Virgen/ y la Cruz de Calatrava». Su soneto satírico a Serrano Suñer en sus tiempos de mayor poder, demoledor. Y de Celia Gámez, ahijada en España del general Millán Astray, fundador de la Legión con quien también se enfrentó. Ahí los tercetos. «Los prognatas toreros que complicas/ por ti se tornan en babosos toros./ Vas al teatro con señoras ricas,/ y estrenas obras con cretinos coros,/ escritas para tí por los maricas,/ que sueñan con los culos de los moros». Foxá fue un falangista que se convirtió en un escritor libre e independiente. Evolucionó hacia la libertad. Lo que no han hecho aún estas carceleras de la palabra libre que mandan en Sevilla y que pertenecen al estalinismo de los gulag. Majaderas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario