CÉSAR ALONSO DE LOS RÍOS

Un policia llamado Garzón

¿Vivimos en un régimen policiaco? ¿Se nos vigila y se graban nuestras conversaciones privadas hasta el extremo de poder ser juzgados por ellas? Desde la explicación que nos dio en su día Narcís Serra sobre la condición aleatoria de unos seguimientos telefónicos que podían alcanzar incluso al Rey, los españolitos estamos sobre ascuas. El Gran Hermano. El que se escribe con mayúsculas. No el utilizado en la tele que hociquea en lo popular/ sórdido, sino el clásico, el orwelliano, el surgido para controlar a la ciudadanía e incluso para que se hagan sus ajustes de cuentas los que luchan por el poder. Pero siendo gravísima esta situación no imaginábamos que el método pudiera ser utilizado por un juez para «intervenir» las conversaciones de abogados y clientes y de este modo actuar en consecuencia. Sin la justificación del antiterrorismo.

Garzón lo ha hecho. Garzón ha llevado a cabo esta transgresión y, como era obligado, ha respondido el Colegio de Abogados. Porque ¿cabe mayor grado de prevaricación que asaltar tan sucia y rastreramente la intimidad? Estamos ante un juez de innegables concepciones totalitarias.

Por otra parte, hemos podido saber que las prácticas orwellianos son tan «sistemáticas» que el propio director del CNI, general Sanz Roldán, llegó a criticar el miércoles pasado la «ligereza» de muchas personas cuando utilizan sus móviles. ¿A quienes se refería? ¿A los políticos? ¿A los que se mueven en la corrupción? ¿A los abogados cuando hablan con sus clientes? El hecho es que los seguidores de «La linterna» de la Cope pudieron oír las advertencias que había hecho el general en una reunión no secreta. Le agradezco al espía mayor del Reino lo que sí cabe calificar como una «ligereza». Nos ha descubierto, con la autoridad que le corresponde, que vivimos en un régimen realmente policial. En el que manda Garzón.