La paz americana
A Obama le han dado el Nobel para que salga de Afganistán. Si se quisiera mejorar la situación, habría que ocupar territorios, desmantelar redes de poder tribales, atajar la producción de heroína y aislar Afganistán del territorio pakistaní bajo control de Al Qaeda. Se podría hacer, aunque fuera muy difícil, siempre que hubiera un aumento sustancial de tropas. Para Estados Unidos, sería del orden de unos 200.000 soldados durante por lo menos cuatro años. Obama había prometido volcarse en Afganistán en vez de seguir con la ocupación de Irak, pero el coste de un conflicto de estas dimensiones resulta insostenible ante la opinión pública de nuestras democracias televisadas. Además, Obama y los demócratas estarían haciendo lo mismo que Bush en Irak… pero en un escenario aún más difícil. Total, que ha decidido marcharse. Argumentará, con incoherencias patentes, que hay que concentrarse en Pakistán y distinguir entre los talibanes, que constituyen un problema local, y el terrorismo global de Al Qaeda. Es posible que el presidente Karzai acabe de chivo expiatorio. Sea cual sea el razonamiento, Obama aceptará el halago de la muy europea Academia sueca y Estados Unidos acabará yéndose del avispero afgano. Es la paz obamita, o nueva «paz americana». Los terroristas y los insurgentes conocen su significado y ya habrán tomado medidas, lo que no augura buenos tiempos a las tropas destacadas en la zona. Ahora les toca tomar decisiones a los aliados, en particular a los europeos. Y si Obama está en una situación agónica para explicar que va a hacer lo contrario de lo que había dicho, los europeos están en otra esquizofrénica al animar la retirada de la única potencia capaz de protegerlos aunque tengan el terrorismo mucho más cerca, como sabemos muy bien los españoles. ¿O es que vamos a seguir reduciendo los presupuestos de Defensa y haciendo como que no pasa nada con un Afganistán otra vez en manos de Al Qaeda y los talibanes?
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