Gómez
Me siento infeliz y preocupado. Gómez me ha fastidiado los días de vacaciones. Analizo su presente para reforzar su futuro, y el castillo de naipes se desmorona. A mí, con Gómez, me pasa lo mismo que a Olga Tchakáisteva con su marido, el célebre carpintero moscovita Yuri Stakov. Que no es correspondida. Yuri no soporta a Olga, y Olga ama a Yuri. Soy sincero. Quiero a Gómez, pero han llegado a mis oídos noticias nada agradables. Gómez pasa de mí. Y ese desprecio, al cabo del tiempo, puede convertir el amor en odio, y entonces que Gómez se prepare.
Desde que Gómez apareció en la escena pública, he intentado elevar aún más su ya cimero prestigio. No me ayuda con sus actos y palabras, pero a mi edad esos detalles apenas afectan el ánimo. Gómez es como Kennedy en versión de Parla. Lo tiene todo para ser dentro de veinte años el presidente socialista que la Comunidad de Madrid reclama. Él nos lo ha dicho. «Madrid es de izquierdas». Y estoy plenamente de acuerdo con su inteligente exégesis. Que Madrid es de izquierdas lo demuestra el empecinamiento de Esperanza Aguirre en obtener mayorías absolutas. La gente no sabe lo que vota. Gómez, que es más listo que los ratones colorados, ha sido el único dirigente socialista que se ha apercibido de ello. Y si la Comunidad de Madrid es de izquierdas, lo que hay que hacer es hacérselo saber. Y para eso está Gómez, un auténtico titán, capaz de organizar un mitin en Fuenlabrada y a la semana siguiente otro en Móstoles. Lo que antes apunté: El Kennedy de Parla. Un político imparable y por desgracia, poco valorado en su partido. Escribo desde Cantabria, pero la lejanía es acicate de afirmación, no de distancia. Y mi deber de madrileño no es otro que pedir al PSOE que confíe más en Gómez, un tipo llano, abierto y dicharachero como el que más. En los bares de Parla tienen merecida fama los chistes de Gómez. Ya está bien de políticos adustos y peripatéticos. La política no es urgencia, sino calma. Hay que saber dosificar las presencias y las palabras. Esa habilidad de Gómez para conseguir que su imagen aparezca cada quince días en un periódico, hay que explotarla. Y el PSOE no lo hace, porque algunos de su ejecutiva, no terminan de estar convencidos de las cualidades de Gómez, que yo les aseguro son bastantes. Gómez es un hombre de progreso. Decidido partidario del aborto y reticente a reconocer el valor de la familia como núcleo fundamental de la sociedad. Progreso puro y duro, aunque nos duela a algunos reconocerlo. Y Gómez es trabajador. De ahí su inmensa y arrolladora popularidad. Gómez no puede pasear por calle o plaza de ciudad o pueblo madrileños, porque se paraliza la circulación.–¡Mira, papá, ahí va Gómez!–. Por fortuna lo hace poco, cada quince días una localidad diferente, pero siempre con el engorro del entusiasmo popular.
Gómez necesita confianza y tiempo. No se le puede exigir que gane en las próximas elecciones autonómicas. No todas las chisteras tienen conejo, y eso lo saben de sobra los dirigentes socialistas. Pero Gómez, poco a poco, piano piano como la bellota de la coscoja, haciendo como que no hace, es muy capaz, en veinte años más o menos –¿qué son veinte años?–, de ganar a Esperanza Aguirre y devolver a Madrid su verdadera identidad, la de izquierdas. No me quiten a Gómez, por favor, que estamos en Navidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario