Munilla, el carca
Ya sabemos que José Bono tiene un problema de coherencia con sus creencias católicas tras su apoyo a la ley del aborto y que eso explica en lo esencial su coincidencia con la izquierda radical y el nacionalismo vasco en la descalificación del obispo José Ignacio Munilla como alguien «extremadamente conservador, muy de derechas». Lo que no hace menos significativo que un político como él, más centrista que izquierdista, caiga en ese sectarismo tan habitual de cierta izquierda de descalificar algo o alguien por ser de derechas. Condición ideológica que, a diferencia de la izquierdista, sería intrínsecamente sospechosa, negativa o rechazable. Sea en el caso de un político, de un intelectual, de un obispo, incluso de una televisión.
Ya sabemos que José Bono tiene un problema de coherencia con sus creencias católicas tras su apoyo a la ley del aborto y que eso explica en lo esencial su coincidencia con la izquierda radical y el nacionalismo vasco en la descalificación del obispo José Ignacio Munilla como alguien «extremadamente conservador, muy de derechas». Lo que no hace menos significativo que un político como él, más centrista que izquierdista, caiga en ese sectarismo tan habitual de cierta izquierda de descalificar algo o alguien por ser de derechas. Condición ideológica que, a diferencia de la izquierdista, sería intrínsecamente sospechosa, negativa o rechazable. Sea en el caso de un político, de un intelectual, de un obispo, incluso de una televisión.
Hasta Barack Obama, que tanto presume de equilibrio y moderación, descalificó y puso en la lista negra a la cadena televisiva Fox por ser, dijo, un medio de agitación ideológica más que de información. Juicio que podría aplicar exactamente igual a cualquier otra cadena televisiva, cada una con una clara marca ideológica, pero que Obama sólo utilizó para defenestrar a una cadena conservadora. De la misma forma que Bono sólo utiliza para defenestrar a un obispo y no a sí mismo, por ejemplo, que, con los mismos criterios, y tras su voto favorable a la ley del aborto podría ser calificado como de «extremadamente radical, muy de izquierdas».
Y no lo hace porque en este terreno la izquierda lleva una enorme ventaja a la derecha. En la política, en el debate intelectual, en los medios de comunicación. Munilla es, como otros muchos antes que él, políticos, intelectuales, periodistas, víctima de un sectarismo con enorme capacidad de penetración en nuestro país.
Y que no se neutralizará mientras la derecha no sea capaz de competir en liderazgo intelectual con la izquierda, cosa, que, de momento, está bien lejos de producirse.
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