La política no es para los buenos
Pizarro se ha ido, Mariano ha sido
En el grupo parlamentario del Partido Popular, Manuel Pizarro era muy probablemente el de mejores hechuras presidenciales. Malo. Mariano Rajoy lo había fichado como futuro vicepresidente económico en las elecciones generales del 2008. Peor. Y tras la gallardonización acelerada de Mariano después de su derrota, incluida su rendición a la secta prisaica, sencillamente sobraba. Para colmo, el tiempo le ha dado la razón, punto por punto, en su célebre debate con el pirata Solbes. Pero había más. Pizarro –que venía de UCD– era el recuerdo vivo y el símbolo de continuidad de la generación más brillante de la derecha española. Significaba, tras la salida voluntaria de Aznar, la renovación del partido con gente de calidad, que no necesitara de la política profesional para vivir, que actuara movido por la pasión política y no por la imperativa búsqueda del cargo. Pizarro sabía hacer muchas más cosas que asentir a lo que dijera el Jefe. Por eso, en el envilecimiento acelerado de la casta política, era un mal ejemplo que convenía extirpar. ‘El Bigotes’ no se habría acercado nunca a Pizarro, salvo para pedirle un autógrafo.
Jueces contra defensores
Con Garzón y Pedreira, sobran abogados
El juez Antonio Pedreira, que instruye el caso Gürtel en la Audiencia Provincial de Madrid, ha decidido que Baltasar Garzón tenía derecho a intervenir las conversaciones de los imputados y sus abogados. El mismo que a vulnerar la Constitución en su artículo 24, que proclama el derecho de todos los ciudadanos, sin excepción, a un abogado. Garzón se escudó para su nueva hazaña en la Ley General Penitenciaria, que precisamente prohíbe las escuchas, salvo en casos de terrorismo. Y los de Gürtel no son la ETA, sino una cuadrilla de golfos en cuya persecución han participado golfos de más entidad, hoy casi todos en el ostracismo o camino del paro –Bermejo ha sido el primero, Garzón debería ser el segundo– por su nulo respeto a la legalidad vigente. Pedreira invoca un precepto distinto al utilizado por el Mago Baltasar para espiar a los abogados y sus clientes, pero cambiar de caballo legal sobre la marcha no es de recibo en el mundo civilizado. Pedreira dice combatir los «privilegios» de los abogados. En realidad, defiende al Gobierno gurtelino del derecho de los ciudadanos a la defensa. O sea, del Estado de Derecho.
‘El Rafita’ en exclusiva
Violador y asesino, estrella de la tele
Sucedió en Telecinco, cadena que ya paseó repetidamente en su noria a Violeta Santander, cuya vida salvó Jesús Neira al precio de la suya propia y que la susodicha agradeció insultando al profesor y defendiendo al criminal que la estaba matando a patadas en el suelo. Ahora ha sido en los informativos, y el favorecido ha sido uno de los más repugnantes criminales de los últimos tiempos, ‘El Rafita’, uno de los asesinos de Sandra Palo, una discapacitada psíquica a la que, tras golpear y violar, atropellaron repetidamente con un coche y, como no moría, la quemaron viva. Pues bien, gracias a los cariñosos cuidados de una reportera de la cadena de Berlusconi dirigida por Paolo Vasile, el repugnante asesino apareció como una especie de víctima de la sociedad. Y además se reprochó a los padres de Sandra Palo –a la madre; el padre, con cinco infartos, no está para declaraciones–, su escasa «inclinación a perdonar». Siete minutos de telediario para lavar la imagen del asesino: como hazaña informativa no está nada mal. Ahora, a La Noria, a rematar la faena, que es lo propio del Rafita.
El futuro ya está aquí
Nos vemos pronto en el iPad
Si Plutarco volviera a la vida, probablemente escribiría las vidas paralelas de Bill Gates y Steve Jobs. Ambos son genios de la informática, pero esa es materia abundante en el Valle del Silicio. Ambos han sabido aunar, como en su tiempo Ford, la innovación tecnológica y la democratización mundial del mercado. Pero si Gates ha triunfado en la implantación universal del ordenador personal (nadie se acuerda ya de lo que significaban las siglas PC), Jobs ha logrado el más difícil todavía: vencer en la carrera tecnológica gracias a la estética. El iPad, un iPhone gigante y poco más, al decir de los expertos, tiene la gracia habitual de losMac y de casi todos los productos Apple: enamorar a primera vista. Pronto leeremos EL MUNDO también en iPad. Y escucharemos la radio. Y navegaremos por internet. Y leeremos libros, si la SGAE nos deja, que, por cierto, no piensa dejarnos porque es una máquina poco controlable. Si Gates cultivaba la eficacia, Jobs jardinea el sueño, la fantasía de ser especiales, esa belleza en la que no habíamos reparado antes y que, sin embargo, ya estaba allí. Apple nos la presentó.
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