El sumario, 2 años en un cajón
El chivatazo o la prevaricación al desnudo
Pocas veces tantos delitos han quedado tan inapelablemente al descubierto como en el caso del chivatazo al Bar Faisán de Irún, que permitió a los etarras recaudadores del impuesto revolucionario escapar de la policía española. El Gobierno de Zapatero, con Rubalcaba al aparato, utilizó la cadena de mando de la Policía, con el Director General, García Hidalgo, a la cabeza, para impedir la acción de las Fuerzas del Orden y ayudar a una banda que ha asesinado a cientos de policías. Los muertos fueron vejados por sus propios compañeros y por un Gobierno indigno de titularse de España, embarcado en un proceso de paz que sólo podía favorecer a De Juana y otros carniceros. Pero la investigación de Fernando Lázaro ha demostrado no sólo la traición del Ejecutivo sino también la del Fiscal, que pidió el archivo de la causa por falta de datos cuando el juez los tenía todos, nombres y apellidos incluidos, y la de Garzón, que apenas aterrizó en el caso dio el chivatazo del informe policial al ministro del Interior (que, a su vez, puso a salvo a García Hidalgo) y guardó el sumario en un cajón durante dos años. Si esto no es prevaricar, que venga Bacigalupo y lo vea.
Chuletas conmucho mérito
Gabilondo, a la cabeza de los copiones
La Universidad de Sevilla, en una hazaña educativa que bastaría para cerrarla un lustro, ha despenalizado esa forma de delito intelectual que es copiar en los exámenes y que te pillen. En la patria chica de Paulita Chaves, aunque te pille el profesor con la mano en la chuleta, no puede interrumpir el examen y mandarte a casa, como ha venido haciéndose estos últimos siglos. El copión, siempre presunto, se las verá con un comité de seguimiento compuesto por tres profesores y tres alumnos que, sin haber estado presentes en el examen, decidirán si el alumno copió o no. La presunción de inocencia se traslada del profesor al alumno. La autoridad del profesor queda anulada. Su función disminuida hasta la irrisión. Pero semejante atrocidad ha sido respaldada por el ministro de Educación, Ángel Gabilondo, que apuesta por «exámenes que no dependan de copiar o no copiar», es decir, de saber o no saber. Es previsible que todo el Gobierno, con ‘Pepiño’ y Corbacho a la cabeza, vaya a Sevilla a cursar cualquier carrera. Y sólo la SGAE, con su interesada defensa de la propiedad intelectual, podría impedir este delito.
‘El Faraón’ sin licencias
Gallardón, el ‘termodéspota’ desenmascarado
En pleno distrito de Puente de Vallecas, el Faraón de Madrid se ha puesto a construir una gran central térmica, que produciría energía quemando basura del vertedero de Valdemingómez. Cinco chimeneas de más de 40 metros de diámetro presidirán, según la publicidad del ayuntamiento, los juegos infantiles. Pero Gallardón nunca tiene bastante y para coger dinero del Plan E, ha echado de sus casas a unos vecinos por supuesta ruina del inmueble. Los vecinos, llorando, denunciaron el atropello en esRadio y un arquitecto, tras inspeccionar la obra, declaró que no existe ningún problema estructural. La respuesta de Gallardón ha sido vejar a una periodista de esRadio y Libertad Digital que le preguntó por la falta de permiso de la Comunidad para las obras. En plan chulo y mintiendo por las dioptrías, el admirador del GranWyoming dijo que no sabía que los espacios de humor fueran a sus ruedas de prensa y negó que estuviera construyendo la central térmica. Pero la memoria de la obra lo dice cuarenta veces. Y un juez acaba de paralizar la demolición del humilde inmueble sacrificado al termodéspota.
Sin coñac y sin las tres rosas
Poe: 200 años brindando… y ni uno más
En 2009 se cumplió el bicentenario del nacimiento del que literariamente se llamó Edgar Allan Poe. A su tumba de Baltimore acudió mucha gente, amén de los habituales de todos los años, entre ellos un hombre misterioso que le dejabamedia botella de coñac y tres rosas. Nada menos que 60 años llevaba observando el toaster –o sea, el brindador– este rito funerario tan delicado y discreto que fatalmente se convirtió en leyenda. Y como el año pasado hubomuchos periodistas y se publicaron novelas en las que Poe era detective, como Arsenio Lupin, o víctima fatal de su genio sombrío, sus amores maltrechos, la pobreza y el alcohol, se extendió la leyenda del misterioso brindador y acechaban este año para fotografiarlo. Pero no apareció. Unos creen que ha muerto; otros, que rechaza la bulla del bicentenario; y muchos han querido identificarlo. Casi todos mentían. Sólo uno de ellos pudo verlo una vez, con el rostro cubierto con una tela negra, y cree saber su nombre, pero ha dicho que, por respeto, jamás lo dirá. Ya tiene Santiago Auserón tema para otra canción a Poe como Annabel Lee.
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