El cambio regional español
Desde Aschauer a los profesores españoles Rafael Flores y Carolina Cosculluela, pasando entre nosotros por las intuiciones de Perpiñá Grau o por los dictámenes del Banco Mundial, tras el Plan de Estabilización hace medio siglo, es evidente que el sector público ni puede, ni debe, invertir a tontas y a locas en infraestructuras. Es previo que éstas sean lo más rentables posibles. Añádase a esto que la economía española se ha convertido en una de las más abiertas del mundo. Debemos al profesor Tamames una serie sobre la magnitud de esta apertura, medida por el porcentaje, respecto al PIB de la suma de las importaciones y exportaciones. En 1966 este coeficiente era de 17,0; en 2007, de 60,1.
Desde Aschauer a los profesores españoles Rafael Flores y Carolina Cosculluela, pasando entre nosotros por las intuiciones de Perpiñá Grau o por los dictámenes del Banco Mundial, tras el Plan de Estabilización hace medio siglo, es evidente que el sector público ni puede, ni debe, invertir a tontas y a locas en infraestructuras. Es previo que éstas sean lo más rentables posibles. Añádase a esto que la economía española se ha convertido en una de las más abiertas del mundo. Debemos al profesor Tamames una serie sobre la magnitud de esta apertura, medida por el porcentaje, respecto al PIB de la suma de las importaciones y exportaciones. En 1966 este coeficiente era de 17,0; en 2007, de 60,1.
Todo esto surge en un momento en el que el área del Pacífico incrementa verticalmente su actividad. Por lo tanto, aumenta el enlace con el rico mercado europeo. Además, como se lee en el artículo de Antoine Frémont, «L´avenir des ports maritimes», aparecido en «Futuribles», diciembre 2009, los puertos más importantes del Mediterráneo son cinco. Del volumen total que hacia los cinco se dirige, los porcentajes son los siguientes: el 25,5% se orienta hacia Algeciras; el 22,8% hacia el italiano de Gioia Tauro; el 20,5%, hacia Valencia; el 18,2% hacia Barcelona y el 13,0% hacia Génova. Surge así, por primera vez desde el siglo XVI, un potente enlace del litoral mediterráneo español con las corrientes fundamentales del comercio marítimo.
Los enlaces del tráfico de contenedores entre estos tres puertos y hacia Francia, por un lado, y por otro hacia Madrid debido a su fortísimo crecimiento regional, exigen unas inversiones en infraestructuras que serán muy rentables. Pero las de Madrid-Valencia, por fuerza plantean otro enlace, el alcanzado en la reunión de Figueira da Foz, el 7 y 8 de diciembre de 2003, entre los jefes de gobierno de entonces Durão Barroso y Aznar. La crisis económica muy seria que golpea a Portugal frena estos planes. Pero incluso la muy eficaz Manuel Ferreira Leite, en las elecciones europeas que encabezaba con la coalición de centro-derecha PPD-PSD, llevaba en su programa electoral, como se lee en el trabajo de Ángeles Rivero, «Las elecciones legislativas portuguesas del 27 de septiembre de 2009 y España» (Real Instituto Elcano, ARI nº 165/2009) «la mejora de las conexiones ferroviarias entre los dos países mediante la adaptación de la red portuguesa al ancho de vía europeo en coordinación con España». Todo un cambio regional, pues, alborea.
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