Los adelantados
Hay gente que se adelanta a los acontecimientos. Tienen ese don y privilegio. No son adivinos profesionales, pero han nacido con la intuición del porvenir. Los que carecemos de esa gracia especial nos dejamos llevar por sus predicciones. Estas cosas no se pueden tomar a broma. Y el vaticinio que hoy me ocupa y preocupa es espeluznante. Hay guerra en Afganistán y nuestros soldados están ahí. Lo sabemos porque Guillermo Toledo, Pilar Bardem y hasta la extraordinaria actriz Mónica Cruz nos lo han dicho.
Las hermanas Cruz son como los Machado, que dividen los gustos del personal. Unos prefieren a Penélope y otros a Mónica, que tanto monta monta tanto. La chica de Alcobendas se ha sumado al sindicato de la ceja y está muy preocupada por lo que sucede en Afganistán. Como Miguel Bosé, o el «Wyoming», o Toledo, aunque el último divide sus preocupaciones entre la guerra de Afganistán y el dolor de los hermanos Castro ante la huelga de hambre de un nuevo «delincuente común» de Cuba, Guillermo Fariñas, que se está muriendo.
El hecho es que lo han visto. Después de nueve años han entendido que en Afganistán se libra una guerra cruel y que los soldados de España están ahí jugándose la vida. Se han apercibido de que esa guerra existe después de la muerte en acto de servicio de más de noventa soldados de España. «Esto es como lo de Iraq», han concluido. Gracias por abrirnos los ojos. La grandiosa intelectual Rosa Regás, cuyo paso por la Biblioteca Nacional a punto estuvo de terminar con ella (con la Biblioteca Nacional, no con doña Rosa), ha firmado también el futurista manifiesto.
Y a todo esto, Guillermo Fariñas, agonizando. No heroicamente, como Aminatu, que agonizó engordando un poquito, sino como el «delincuente común» Zapata Tamayo. Fariñas es un antirrevolucionario sumamente peligroso. Prefiere la muerte a la prisión en vida en su tierra. Cuando visitan esa tierra, Cuba, la mayoría de los firmantes de este futurista manifiesto lo hacen en condición de «amigos de la Revolución», y se alojan en lujosos hoteles, y compran sus recuerdos en establecimientos prohibidos para los cubanos, y no se interesan por las necesidades, privaciones y torturas de los, cada día mas, «delincuentes comunes» encerrados en las apacibles prisiones de los Castro. ¿Qué vaticinan para Cuba los sabios futurólogos? Lo sabremos cuando hayan muerto heroicamente un centenar de «delincuentes comunes». Como nuestros soldados en Afganistán.
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