AL ABORDAJE
El quinteto de la muerte
La "excepcional" colaboración francesa a punto ha estado de convertir a cinco bomberos de vacaciones en patos de la barraca de los perdigones donde había de cumplirse una venganza policial arengada por Sarkozy. Si se asustó Llamazares por el robo de su flequillo para completar el retrato de Bin Laden, que hubiera probado días atrás a aventurarse por una carretera comarcal francesa siendo un bombero de la Generalitat. A los investigadores franceses, para colgar el cartel de 'Wanted', les bastó con que un etarra detenido señalara al azar a quien pasaba por ahí.Llega a marcar al ratón Mickey y estaríamos contando un tiroteo en Eurodisney: y eso que habíamos convenido que los terroristas son los chapuceros, los 'amateurs', los becarios del tiro en el pie. Sarzoky se queda a una gabardina del inspector Clouseau. La absurda permanencia de los bomberos en comisaría, todavía cuando uno escribe estas líneas, habrá que atribuirla a ese defecto de soberbia intelectual según el cual es la realidad la que ha de adaptarse a nuestros prejuicios, y no al revés: "Ustedes se quedan aquí hasta que se vuelvan etarras y tengamos razón".
No cabe esperar de los terroristas que vayan al supermercado vestidos con 'txapela' y pasamontañas. Tienden a disimular. Pero, aun así, es obligado preguntarse qué tiene y proyecta en el vídeo ese quinteto de la no muerte para que el periodismo español, en sus primeras ediciones, haya cometido el mismo error que con el pobre Diego Pastrana, a quien se le confundió en portada una mirada de dolor e incredulidad con la de un asesino. Si es un criterio 'lombrosiano' basado en las características tópicas de la raza española, no habrá cuadrilla taurina que esta temporada pueda desplazarse a alguna plaza francesa, ni comprar yogures allá, sin afrontar el riesgo de encontrarse con los grilletes puestos: hasta el acento andaluz y las patillas a lo Padilla pasarán por artificios de camuflaje. Si es la ausencia de mujeres, la sospechosa cohesión de hombres solos, habrá que reconocer que el alma francesa permanece tan apegada al romanticismo de la mofeta Pepe Le Puf -'Oh, l'amouuurrr'- que declara criminal por definición cualquier actividad que no incluya una expectativa sexual. Salvo que sean los integrantes de Locomía los que empujen el carrito. Y si es el buen estado de forma general lo que ha convertido a los bomberos en terroristas potenciales, aparte de que no se fijaron en el perfil de comedor de cuchara de López Peña, alias 'Thierry', hay que concluir que el único modo de atravesar Francia con seguridad es ajustándose a la definición que Foxá dio de sí mismo: "Soy conde, soy gordo, soy de derechas". Y, además, con novia.
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