¡CAMPEONES!!!!!!

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lunes, 22 de marzo de 2010

Pío Moa

El fin de la ETA

Dice Zapo que estamos cerca de ver el fin de la ETA, y en parte tiene razón: estamos más cerca que hace quince o treinta años, por ejemplo, como diría Perogrullo. En cambio estamos más lejos que antes el 11-m y la subida de Zapo y los suyos al poder. Por entonces sí se veía próximo el final del Terrorismo Nacionalista Vasco, muy infiltrado por la policía y frustrado en sus acciones. Pero el gobierno zapotesco se convirtió en el mayor colaborador que haya tenido nunca el grupo asesino, ilegitimándose y convirtiéndose en un gobierno delincuente. Esta es la realidad más sólida y golpeante para quien no quiera cerrar los ojos, una realidad que a su vez solo ha podido mantenerse gracias a Rajoy, eliminador de la oposición.


La política de Zapo se basaba en una afinidad ideológica profunda entre el PSOE y la ETA, como he expuesto reiteradamente. El sentido de los negocios ofrecidos por Zapo a los terroristas era estrictamente este: “Ustedes han hecho muy bien durante estos años, y les vamos a premiar espléndidamente liquidando la democracia y el estado de derecho construidos en la transición; y de paso como ustedes mismos han dicho, yo podría ganar el premio Nobel de la paz”. Pero los etarras quisieron aún más, y los dos grupos delincuentes volvieron a la greña.


Como ha dejado claro Rubalcaba, el portavoz de la corrupción y el terrorismo felipista, el negocio continúa: el gobierno aprovecha la infiltración lograda por el gobierno de Aznar para golpear a la banda (esto le conviene electoralmente) y obligarla a aceptar su oferta: un “ajuste político” que satisfaga, en definitiva, a los asesinos. Porque la afinidad ideológico-delictiva sigue marcando la pauta.

Creo que esta será la redacción final del manifiesto sobre el Valle de los Caídos:


1- El Valle de los Caídos es uno de los monumentos más grandiosos, armónicos e integrados en el entorno edificados en el siglo XX en todo el mundo, y como tal uno de los más visitados. Construido sin coste para la Hacienda pública, por medio de donativos y loterías especiales.

2.- El monumento, alzado en recuerdo de la victoria del bando nacional en la Guerra Civil, pasó pronto a tomar carácter de reconciliación, al enterrarse en él restos de soldados de ambos bandos, algo muy poco usual entre los vencedores de una guerra. La reconciliación no parece haber sido aceptada por algunos círculos ni por el actual Gobierno, que viene hostigando a los monjes encargados de cuidar el lugar, privándoles de ingresos y cerrando con falsos pretextos el acceso a parte del monumento. Se ha hablado de anular su carácter religioso, de transformarlo en museo de la llamada "memoria histórica", y no han faltado incitaciones a volarlo.


3.- Como justificación de su actitud, el Gobierno y asociaciones financiadas con dinero público han divulgado que el Valle de los Caídos fue construido por 20.000 presos políticos en régimen de esclavitud, pésimas condiciones y elevada mortandad. Estos datos, como tantos de la "memoria histórica", chocan con la documentación hoy conocida. Esta documentación prueba que la mayoría de los obreros del Valle fueron libres; los reclusos --comunes e izquierdistas acusados de delitos— trabajaron durante seis de los dieciocho años de la construcción, un máximo de 700 en algún momento y sin llegar a 2.500 en total; eran voluntarios, pues redimían hasta seis días de condena por día trabajado; cobraban sueldo normal y con vigilancia escasa; entre libres y presos hubo 14 accidentes mortales, número considerado bajo para una obra de tal envergadura. Tampoco está probado el que Franco quisiera ser enterrado allí, una decisión tomada por el rey Juan Carlos.

4.-Los españoles tienen derecho a conocer las pruebas en que se basan las versiones del Gobierno y sus afines, y estos el deber de ofrecerlas. De otro modo deberíamos concluir que la opinión pública sufre un nuevo y lamentable episodio del “Himalaya de mentiras" con que socialistas moderados como Besteiro o liberales como Marañón, denunciaron unas propagandas generadoras de odios que todos creíamos superados.

5.- Aun en el muy improbable caso de que tales pruebas existiesen, nunca justificarían unas actitudes que entrarían en una tradición desastrosa de destrucciones y saqueos de arte y bienes del Patrimonio Histórico Nacional como los ocurridos en la Guerra Civil. Por todo ello, los historiadores firmantes nos consideramos obligados a denunciar una situación que revive divisiones del pasado y que ningún país civilizado puede tolerar.

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