¡CAMPEONES!!!!!!

¡CAMPEONES!!!!!!

lunes, 5 de abril de 2010

José Mª Carrascal

Un día sin periódicos

Uno se despierta descansado de cuerpo y ligero de espíritu el Sábado de Gloria, aunque echando un poco de menos aquel voltear de campanas de la niñez, anunciando a todos los vientos que Jesús había resucitado, que la nueva liturgia católica, más rigurosa, ha pospuesto al domingo. Pero ni eso ni el panorama grisáceo que se divisa por la ventana bastan para enturbiar el contento que danza en su corazón. ¡Un día sin periódicos! Un día sin esas hojas impresas que aparecen como buitres negros todas las mañanas para que «se aligeren aún más las opiniones ligeras, se exacerbe más la vanidad y se endurezca más la intolerancia», como los definió, hace ya más de cien años, Eça de Queiroz. Un día sin enterarse de las mentiras de unos, las estupideces de otros, los robos de éste, las trampas de aquél, las majaderías del de más allá. Un día sin verse asaltado por las insidias, distorsiones, camelancias y liviandades que llenan nuestra vida pública, y los periódicos se encargan de anunciar, ampliar y distorsionar, como las campanas de antaño anunciaban la resurrección del Crucificado. ¡Esto sí que es una liberación! ¡Esto sí que es una fiesta! Y, para celebrarla, se mete uno un desayuno de rey, que es como dicen los alemanes que hay que desayunar, no el café con tostada a la carrera de los españoles.
Pero cuando va por la última loncha de jamón, empieza a notar que le falta algo. ¿Cuál habrá sido la última nadería de Bibiana Aído? ¿Seguirá diciendo doña Elena Salgado que todo está bajo control? ¿Cómo ha encajado Génova el ciclón Cascos que se aproxima por el norte? ¿Qué nueva maldad habrá descubierto la izquierda en el PP, para que no se hable de la crisis? Y cosas por el estilo. Enciende la radio, y sólo le dan música religiosa. Hace lo mismo con la tele, y sólo encuentra programas deportivos e infantiles, aunque la verdad es que, últimamente, todos los programas de la tele parecen infantiles, no importa si analógicos o digitales.
Hasta que cae en que lo que le faltan son los periódicos. Que esa masa ingente de opiniones ligeras, noticias cogidas al vuelo, puñaladas traperas a la vista de todo el mundo, lisonjas interesadas, situaciones morbosas, teorías ridículas, ostentaciones aldeanas, trapicheos sin cuento, entretejidas más o menos bien por sustantivos y adjetivos como metralla, que vienen a ser los periódicos, son el mejor estimulante para empezar una jornada dispuesto a medirse con cualquiera, a reafirmarse en sus convicciones y a sostener que el que no piense como él miente o es un bellaco.
Es cuando se da cuenta de que va a pasar un día tranquilo, apacible, sosegado. Un día como si estuviera en el limbo de los justos.
Y empieza a desear que llegue el domingo con sus periódicos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario