La esperanza, Manuel Aragón
El futuro del Estatuto catalán y, por tanto, del Estado pasa por Manuel Aragón. ¿Acaso porque su voto tiene más valor que el de los otros miembros del Constitucional? Sencillamente porque la personalidad de este profesor puede llevarle a desobedecer las directrices del PSOE a favor de la aprobación del Estatuto. Yo quiero suponerle un valor moral y una sensibilidad suficiente para rechazar lo que sería una solución amañada en relación con los recursos de anticonstitucionalidad del Estatuto catalán y por tanto con la destrucción de España. Porque en los casos de los compañeros que comparten la misma cuerda partidaria de Aragón se da un entreguismo total a la fórmula confederal. A ninguno de ellos le repugna que Laporta desfile en la manifestación de la Diada tras la pancarta en la que se reclama un Estado Catalán. Todos están de acuerdo con Montilla y sus llamamientos a una batalla total si la sentencia del TC es condenatoria del Estatuto. Así que, a excepción de los miembros que votan de acuerdo con el espíritu del PP, únicamente Aragón se plantea el Estatuto como un caso de conciencia profesional y ciudadana y como una prueba de sus convicciones «españolas». Por otra parte me llega el rumor de que este episodio denigrante, vejatorio para la nación española, esta situación preagónica que dura ya más de tres años, ha venido a complicarse con el empeoramiento de la salud de uno de los magistrados críticos del Estatuto.
El futuro del Estatuto catalán y, por tanto, del Estado pasa por Manuel Aragón. ¿Acaso porque su voto tiene más valor que el de los otros miembros del Constitucional? Sencillamente porque la personalidad de este profesor puede llevarle a desobedecer las directrices del PSOE a favor de la aprobación del Estatuto. Yo quiero suponerle un valor moral y una sensibilidad suficiente para rechazar lo que sería una solución amañada en relación con los recursos de anticonstitucionalidad del Estatuto catalán y por tanto con la destrucción de España. Porque en los casos de los compañeros que comparten la misma cuerda partidaria de Aragón se da un entreguismo total a la fórmula confederal. A ninguno de ellos le repugna que Laporta desfile en la manifestación de la Diada tras la pancarta en la que se reclama un Estado Catalán. Todos están de acuerdo con Montilla y sus llamamientos a una batalla total si la sentencia del TC es condenatoria del Estatuto. Así que, a excepción de los miembros que votan de acuerdo con el espíritu del PP, únicamente Aragón se plantea el Estatuto como un caso de conciencia profesional y ciudadana y como una prueba de sus convicciones «españolas». Por otra parte me llega el rumor de que este episodio denigrante, vejatorio para la nación española, esta situación preagónica que dura ya más de tres años, ha venido a complicarse con el empeoramiento de la salud de uno de los magistrados críticos del Estatuto.
Algunos de los que conocimos a Manuel Aragón desde que era un joven profesor azañista tenemos derecho a pensar que su rigor profesional puede entrar en conflicto con este engendro monstruoso que es el Estatuto catalán. También es cierto que en su día llegamos a confiar en que no nos defraudarán penosamente socialistas como Leguina, Guerra y Bono y no hicieron nada por oponerse al proceso de desintegración de España que padecemos.
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