La ministra sufre en el Debate
Estreno desastre de la desastrosa Salgado
Sería innecesariamente falso decir que en el Congreso había expectación por el debut de la vicepresidenta segunda y ministra de Economía en el que debería ser siempre el gran debate parlamentario: los Presupuestos. Como ya estaban pactados, o sea, vendidos a PNV y CC, el debate nació muerto y las cifras oficiales de ingresos y gastos eran más falsas que un billete
de tres euros. Con decir que auguran una subida del 7% del IRPF y del 26% del IVA mientras sigue aumentando el paro, no hace falta extenderse. El morbo estaba en si Elena Salgado
aguantaba el tipo en un debate largo, personalizado y donde hay que saber bastante y saber aguantar mucho. José María Aznar se estrenó precisamente contra Solchaga en los Presupuestos, y sobrevivió. Salgado, no. Empezó nerviosa y faltona y terminó al borde del llanto. Entre la risa y la pena, se acercó al desastre, que quiso disimular criticando el supuesto machismo de Mariano Rajoy, por pedir a ZP que retirara «esa chapuza». La condescendencia del presidente defendiendo en pasillos a su vicevice fue más humillante. Ha nacido un nuevo Solbes,
capaz de defender cualquier cosa. Le falta el lexatin.
Confidencias en el Congreso
Después del baño, el consuelo
Los lectores del diario La Vanguardia del miércoles se quedaron atónitos ante esta foto de dos mujeres en aparente deliquio amoroso o confidencia cariñosa. No es que en el periódico del Conde de Godó, Grande de España él, no se publiquen cosas más llamativas en la sección de contactos.
Pero no suelen protagonizarlas ministras o ministros, ni siquiera de países tropicales.
En este caso, la faz oculta es la de la vicepresidenta Elena Salgado, que tras recibir un baño espantoso a manos de la oposición, halló consuelo en la ministra tras la melena, que es Carmen Chacón. Alguna vez tenía que demostrar la militante nacionalista que es ministra de Defensa.
Básicamente, de defensa del Gobierno y de la Alianza de Civilizaciones, pero de defensa al fin.
La crispación de la mano de Elena Salgado en forma de garra, como si fuera el lobo de Caperucita Roja, queda compensada por lo suave y amoroso del gesto, digno del borreguito o corderito de Norit. En los lectores del diario barcelonés hay gran expectación por el tratamiento y la sección en que se publicarán las anunciadas fotos de Alicia Sánchez Camacho más o menos desvestida.
Controlados por el ‘GH’ Zapatero
El jefe de los espías, contra el espionaje
El general Félix Sanz Roldán, director general del CNI, o sea, de los espías, ha alertado en unas jornadas de la Fundación Círculo sobre la inseguridad ciudadana en lo que a la privacidad de sus conversaciones respecta. La causa técnica de vivir controlados por el Gran Hermano Zapatero es culpa, naturalmente, de Zapatero, que es un chismoso y de SITEL, grabadora universal de todas
las conversaciones de todos los teléfonos sin autorización judicial. Sanz Roldán cree que sólo la mitad de las conversaciones tiene algún tipo de privacidad asegurada. Y dice que la gente no debería mandar tan alegremente sus mensajes por SMS. Uno tiende a pensar que si nos espían
ilegalmente, hay que echar a los espías. Y que si se intervienen comunicaciones sin permiso judicial, el que las intercepte, sea funcionario o peatón, debería ser castigado a gravísimas penas. Uno barrunta que el general Sanz Roldán piensa algo parecido ante este terror sin ley, pero por otra causa muy distinta: si todo el mundo puede ser espiado, ¿para qué servimos los espías? Muy buena pregunta, general, muy buena pregunta.
Grabaciones a los letrados
Garzón y los abogados: jaque y mate
En unas jornadas no autobiográficas (aunque muchos lo creyeran) tituladas Justicia e impunidad,
Baltasar Garzón hizo frente a su último contratiempo judicial: la denuncia del Colegio de Abogados por haber autorizado la grabación de las conversaciones de los presos del caso Gürtel, con sus abogados, circunstancia especialísima que por vulnerar derechos fundamentales se reserva para casos de terrorismo y, alguna vez, de narcotráfico. Que sepamos, ser del PP o hacer negocios con ellos no está todavía contemplado por la Ley como actividad terrorista, pero como en este asunto, entre treguas y trampas, las convicciones de Garzón y sus amigos del PSOE
cambian a gran velocidad, no es descartable que se reforme el Código Penal para perseguir a los siervos de tan horrible secta. Pese a que el que ha denunciado el atropello de la Ley haya sido el Colegio de Abogados, Garzón ha dicho que quiere «dejarle las cosas muy claritas al PP». Perpetrada la amenaza, se subió los pantalones almodo de los caciques del siglo XIX, tal vez para demostrar que, como Rajoy, se viste por los pies. Después del bórico, claro.
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