Haidar y ZP
Del Sahara Occidental nos echaron a bombas. Unas, las más, las ponían grupos pagados por Marruecos. Y otras las ponían los miembros del Frente Polisario, un grupo terrorista de «liberación nacional», como la ETA, financiado en parte por regímenes comunistas. El Frente Polisario y la «lucha del pueblo saharaui» sobrevivieron luego por los enfrentamientos entre Argelia y Marruecos, y como un conflicto derivado de la división en bloques. El último gran enfrentamiento llegó en octubre de 1989, poco antes de la caída del Muro de Berlín. Dos años después, acabada la Guerra Fría, llegó el alto el fuego. Marruecos no ha cumplido las resoluciones de la ONU sobre el asunto y desde entonces maltrata a los que quedan de lo que iba a ser el pueblo saharaui. También los utiliza como medio de chantaje. El Frente Polisario, a su vez, quiso convertir a los saharauis en sus propios rehenes, como los países árabes y las oligarquías terroristas han creado el «problema palestino», manteniendo a «los suyos» en campos de refugiados y condiciones de máxima degradación. El chantaje fue jaleado por la izquierda española, porque le devuelve a los tiempos heroicos del manual marxista y las asambleas emancipatorias, y le permite acusar al pueblo español de haber abandonado a los saharauis, como si hubiera estado en manos de los españoles salvar a nadie en aquellas circunstancias, y menos que nadie a quien nunca se ha querido salvar, era entonces enemigo de España y sigue soñando despierto con la República Árabe Saharaui Democrática. El Gobierno socialista, que no ha dejado nunca de jugar a revolucionario emancipador y siempre se ha puesto por encima del común de los españoles, se encuentra ahora con que personas como Aminatu Haidar se toman en serio ese tic, de uso exclusivamente interno y publicitario. Son los riesgos que conlleva la frivolidad de Rodríguez Zapatero y sus amigos, que siguen atizando los rescoldos de un vestigio de la Guerra Fría.
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