¡CAMPEONES!!!!!!

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domingo, 17 de enero de 2010

José Mª Marco

Carlos Berlanga

Una exposición en Madrid recuerda ahora la obra y la figura de Carlos Berlanga, compositor, fundador con Olvido Gara Jova del grupo «Alaska y los Pegamoides», autor de canciones célebres, como «Bailando», excelente dibujante e ilustrador. Fue sin duda uno de los protagonistas de la llamada «movida madrileña». Muchas veces se ha intentado relacionar la «movida madrileña» con la explosión de vitalidad propia de una sociedad y una ciudad que se libraban por fin de la losa de la dictadura franquista. En realidad, los protagonistas de la «movida» apenas habían (podría decir habíamos) conocido el franquismo, ni les interesaba. Tampoco les interesaba la política. Carlos Berlanga la despreciaba. Si tenían que librarse de algo, era de otra cosa, heredada no de sus padres ni de sus abuelos, sino de sus inmediatos predecesores, en particular de los «progres», con sus greñas, sus trenkas y sus pantalones de pana, y de los hippies, que a esas alturas se habían hundido en una profunda depresión, de aburrimiento insondable. La movida madrileña, así como la Nueva Ola en Nueva York o el punk en Londres fueron, tanto como movimientos de rebeldía, declaraciones de principios. Y esos principios eran bien sencillos: queremos divertirnos, vivir nuestro tiempo. Carlos Berlanga encarnó ese espíritu como pocos. Hay quien ha hablado de una ética de la frivolidad que Carlos Berlanga, tan bien educado, de gusto tan delicado e implacable, llevó hasta sus últimas consecuencias. Derrochó a raudales un inmenso talento, como quien descarta lo más valioso porque no quiere resultar pretencioso. Una actitud trágica, que le costó la vida prematuramente. No todo tenía por qué ser así, como lo demuestra la trayectoria de muchos de aquellos jóvenes. La obra de Carlos Berlanga, por su parte, no revela sólo ese gesto. Es también el legado, en tono voluntariamente menor, porque no podía ser de otro modo, de aquella explosión de vida, juvenil, ingenua, casi inocente, que un día protagonizamos sin apenas darnos cuenta.

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