¡CAMPEONES!!!!!!

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lunes, 25 de enero de 2010

Martín Prieto

La tribu

Así nos conocíamos quienes en diferentes calidades éramos enviado especial y/o corresponsal de guerra. En el periodismo español hemos tenido de diferente origen y condición. Serán inolvidables las crónicas de nuestro querido y respetado miembro de la Real Academia Española, Luis María Anson, pero indiscutiblemente nuestro ídolo fue Manu Leguineche; toda mi generación soñaba con ser como él. Sus relatos, desde sitios lejanísimos, sus amigas, especialmente la italiana Oriana Fallaci (¡cuántos conocidos tengo que pusieron Oriana a su primera hija!), pero las crónicas de Manu eran únicas y sus libros los releíamos y comentábamos infinidad de veces. En el siglo pasado, me toco a mí, mismamente yo un hacedor de periódicos, irme de corresponsal al Cono Sur.

Fue personal y profesionalmente una de las experiencias mejores de mi vida. Desde preguntarme ¿cuál era mi gracia? (Cervantes en estado puro), hasta relatar las crónicas a «los milicos» argentinos (cada cual debe cargar su madero). Conocí compañeros maravillosos; eran distintos y, muchas veces, inentendibles. Desde la que hoy continúa siendo mi mujer: creo que fue una de las claves que hacen que hoy, después de más de 25 años, hablemos diferente idioma y, a pesar de todo, sigamos juntos. El capo de «tutti li cappi» era, por aquellos ochenta, mi adoradísimo Manolo Alcalá. La vida nos entró en el ausente hoy «Informaciones» y conocerlo fue quererlo. Recuerdo amanecidas cuando Manolo venía de recorrer «la noche» de Madrid y se tiraba a echar una dormida.Le cubríamos con los periódicos del día anterior mientras nuestro internet de la época escupía las noticias. ¡Manolo, cómo te quiero! Me reencontré con él en Buenos Aires, en un viejo ático de Corrientes con Callao, donde me había refugiado. Iba como corresponsal de TV, junto a quien después dejaron como representante, Rafa Herrera, un compañero de «Informaciones», trabajador genial a quien la vida prematuramente nos lo arrebató. Formábamos parte de una «pandi», maravillosos profesionales y, sobre todo, seres humanos, como Pepe Cavero, y el Garmat. ¿Y a qué vienen los cuentos del abuelo? Porque dicen que en el terremoto de Haití se pelean por enviar la mejor crónica. Chicas y muchachos «porfi», no se pisen los talones. El lector decide.

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