Muérase usted para esto
González-Sinde tendrá sus motivos para emplearse sin pudor en el ejercicio de la coba, aun relegando a Delibes en su propia capilla ardiente para ubicarlo en el grado de protagonismo pertinente. Pero no es probable que Delibes necesitara, para entrar en la posteridad, el mismo salvoconducto presidencial que ha permitido a Gamoneda llegar por lo menos a los anaqueles del Vips. En general, se arregló bastante bien solo. Sin cabildear ni con el poder, ni con el afán de publicidad que convierte a un escritor en producto y personaje superficial, ni con esa organización monopolista que es la vida literaria.
Estamos ante un presidente del Gobierno que se arrogó las funciones del ministerio de Deporte cuando comprobó que los éxitos eran demasiado frecuentes como para no sacarles una ventaja. Si la ministra se apresuró en abducir a Delibes para consumo en imagen de Zetapé acaso fuera por la misma lógica de los reflejos por la que a los ganadores del Goya se les obligó a pasarse por Moncloa a posar sin tiempo siquiera a superar los tragos de las fiestas posteriores a la velada. Ya no son tantos los ámbitos por los que pueda asomarse Zetapé, como un Forrest Gump robando foto, sin miedo al abucheo. Por ello convocó a los cineastas como pulsando un botón: porque entre ellos aún se siente acogido por una clientela dócil que no le importunará con reproches ni se negará a que se quede con un pedacito de prestigio con el que aplicarse una capa de barniz cultural.
En ese sentido, y aunque la urgencia resultara macabra, es normal haber esperado a que Delibes muriera para apropiárselo. Nos quedaremos sin saber cómo habría replicado al secuestro oficialista un escritor que no sólo jamás se dejó manipular e incluso dimitió de la dirección de un periódico por evitarlo. Sino que además era católico, cazador y nada centrífugo en su concepción de la nación. Miguel Delibes no se ajustaba al retrato-robot del perfecto intelectual del Régimen, como Willy Toledo. Pero pasaba por ahí, entre maceros, y todo vale en el convento.
 
 
 
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