¡CAMPEONES!!!!!!

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martes, 13 de abril de 2010

Guillermo Dupuy

El humor al servicio de la difamación

Dice esa cumbre de la Filosofía del Derecho y del Pensamiento Político, que es el Gran Wyoming, que "la causa abierta contra Garzón ha sacado a la luz algo que es difícil de explicar a los extranjeros: Franco se pasea por los juzgados".

Lo que era y sigue siendo difícil de explicar, sin embargo, es que Garzón haya fingido ignorar el hecho de que Franco –como Mola, Queipo de Llano o los casi treinta altos cargos del llamado "bando nacional" a los que quería juzgar– no se pasean por ninguna parte, sino que llevan años criando malvas, tal y como era público y notorio en el momento en que Garzón inició su delirante causa contra ellos. Lo que es difícil de explicar es que Garzón no haya respetado desde el primer momento principios elementales de nuestro Estado de Derecho, como el que consagra la extinción de responsabilidad penal por fallecimiento, como los plazos de prescripción de nuestro Código Penal o como la vigente Ley de Amnistía de 1977. Una fingida ignorancia que Garzón va a tener muy difícil de explicar, no ya porque sea elemental su conocimiento, sino porque el propio Garzón los ha tenido muy presentes, tal y como sí puso de manifiesto al archivar la denunciada relacionada con los crímenes de Paracuellos y dirigida contra alguien que, a diferencia de Franco, no ha muerto, como es Santiago Carrillo.

Para el Gran Wyoming, sin embargo, "la causa contra Garzón", como "las reticencias a acabar con los símbolos de la dictadura", no son muestras del respeto a la ley y a la Historia, respectivamente, sino que "son una evidencia de la admiración que aquel dictador suscita entre muchos de nuestros mandatarios". Así cita, como surrealista ejemplo de ello, a Aznar y al hecho de que pase sus vacaciones en Quintanilla de Onésimo.

A la vista de las "acusaciones" del Gran Wyoming contra el ex presidente del Gobierno, parecería que Aznar es un furibundo antifranquista incapaz de reconocer nada positivo de aquellos cuarenta años de dictadura. No se entiende, si no, que la única supuesta muestra de admiración de Aznar hacia el Caudillo que haya podido evocar el Gran Wyoming sea el hecho de que el ex presidente haya elegido para ir de vacaciones el pueblo donde nació, no Franco, sino el dirigente nacionalsindicalista y fundador de las Jons, Onésimo Redondo Ortega. Vamos, como si Aznar hubiera elegido ese pueblo por este hecho para ir de vacaciones.

A la vista de la "lógica" del Gran Wyoming, sin embargo, la admiración de Aznar por Franco sólo sería superada por la que Felipe González mostró al irse de de crucero en sus vacaciones de verano del 85 en el yate de Franco, el famoso "Azor".

Lo más surrealista de todo es que el Gran Wyoming trate de relacionar a Aznar, dirigente liberal, defensor de Israel y del capitalismo y de la democracia, con un dirigente nacionalsindicalista como Onésimo Redondo, cuyas diatribas contra el liberalismo, el capitalismo, la democracia burguesa o los judíos son muy similares a ese socialismo del que procede el fascismo, el nacionalsocialismo y el comunismo. Y es que el anticomunismo de Redondo, a fuer de nacionalsindicalista, era tan de pacotilla como el del que es capaz de afirmar que "el comunismo es un instrumento del capitalismo internacional judío para descomponer a los Estados y despues dominarlos".

En fin, que lo escrito por el Gran Wyoming sería lo propio de un bufón analfabeto y desvergonzado si no fuera porque estamos, como ya antes dije, ante una cumbre del pensamiento político y de la filosofía del derecho. Para mí que el Gran Wyoming se ha pasado con el vino. Lo único que espero es que no proceda de las numerosas –y muy franquistas– bodegas que están sitas en Quintanilla de Onésimo.

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