¡CAMPEONES!!!!!!

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martes, 11 de mayo de 2010

David Gistau

El nódulo Excalibur

Un excelente manejo de la información ha evitado que la enfermedad del jefe de Estado imponga en la sociedad española un nuevo motivo de incertidumbre. Es más, la monarquía va a salir del trance revitalizada en lugar de averiada por una sospecha de fatiga de los materiales humanos. Casi como si renovara los efectos de anclaje social posteriores al 23-F, el nódulo habrá permitido, primero, reparar la sensación de dispersión, cuando no de desbandada, de los personajes secundarios de la Casa, tales como Urdangarín. Luego, demostrar que tanto el propio Rey, como la Reina y el Príncipe, reaccionan a los avatares con una templanza imposible de encontrar en otros políticos profesionales. Y, por último, habrá propiciado por la vía sentimental un reencuentro con el monarca cargado de añoranza prematura y de constatación de lo hecho.

No me refiero tanto a los aduladores automáticos. Sino a inteligencias críticas, inclinadas por definición a un sistema que no eternice supersticiones medievales, que se sintieron desamparadas como huérfanos en la primera hora de la noticia. Santiago González ha escrito sobre esto una columna estupenda, como todas las suyas, en la que más o menos dice preferir la eficacia tutelar de la monarquía a la experimentación de un camino hacia la república que falló por dos veces en nuestra historia. No lo comparto, pero me interesa leérselo.

Santiago es demasiado inteligente para atribuirle un miedo al vacío característico de la tradición absolutista española, de un cierto espíritu gregario que siempre prefirió el paternalismo del «¡Vivan las caenas!» al esfuerzo de la refundación a partir de cuanto irradió la Revolución francesa antes de que ésta se autodestruyera en el Terror. Esto, Pérez-Reverte lo dijo con más vehemencia: aquí faltó guillotina. Pero, si el juancarlismo se consagró como agente estabilizador, si una operación quirúrgica obra el efecto proustiano de resucitar la vigencia monárquica de la Transición, y encima tenemos demasiadas imperfecciones internas como para aspirar a una emancipación, entonces resulta que el cambio de Régimen será para los republicanos lo mismo que el proyecto de dar la vuelta al mundo en Harley para los oficinistas: algo que se sabe que nunca se hará, que en realidad ni siquiera se quiere hacer por temor a los excesos de la aventura, pero que entibia como fantasía intelectual las largas horas de tedio y resignación. A todas ésas, que llegue al hombre el alivio por un diagnóstico feliz.

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