¡CAMPEONES!!!!!!

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miércoles, 19 de mayo de 2010

Pablo Molina

Más feliz que una perdiz

El presidente valenciano se declara "más feliz que ayer" (pero menos que mañana) tras el auto del Supremo en el que se detallan los trajes y otras prendas que le fueron regaladas por el cerebro de una trama dedicada a corromper a altos cargos del PP. Desde luego es para estar feliz y, sobre todo, orgulloso de uno mismo.

Es cierto que en el montante de la corrupción partidista que campea por España unos cuantos trajes de medio pelo no suponen un delito que escandalice demasiado a los contribuyentes, porque, por más empeño que le pongan algunos medios, unos pantalones de entretiempo y unas americanas no son, pongamos por caso, un pura sangre valorado en varios cientos de miles de euros. Los trajes son más baratos que el equino y el procedimiento de adquisición no mucho más hortera, porque acudir a una tienda a que te tomen medidas o que un sastre llamado José Tomás (encima) se presente en tu despacho con la cinta métrica y los alfileres, tiene casi el mismo glamur que hacer un viaje al extranjero con un fajo de billetes escondido elegantemente en papel de periódico.

Unos tanto y otros tan poco, pensará Camps, pero el hecho es que el presidente de una comunidad autónoma no debe participar en semejantes enjuagues aunque con los años de mandato se crea por encima del resto de los mortales. Una cosa es que la empresa de mensajería te deje en la oficina un jamón por Navidad, y otra que te vayas a Madrid expresamente a elegir el tejido de unos trajes que sabes que no vas a pagar. La operación tiene su riesgo, sobre todo si los que pagan la fiesta están implicados en decenas de operaciones poco claras como es el caso de la banda de los gürtélidos, así que el presidente valenciano no puede echar las culpas a nadie de lo que le está ocurriendo salvo a él mismo.

Camps es perfectamente capaz de ganar por mayoría absoluta las próximas elecciones autonómicas en su comunidad, porque el PSOE en toda la zona de Levante es una fuerza política llamada a pasar varios lustros en la oposición gracias a que los ciudadanos todavía conservan el recuerdo de etapas anteriores. No obstante, no parece oportuno que un señor que ha de sentarse en el banquillo de los acusados le pida su confianza a los electores en nombre de un partido político con aspiraciones de llegar al año siguiente a La Moncloa.

Y es que más allá de las consecuencias penales o absolutorias que arroje finalmente el proceso, los implicados en actuaciones delictivas deben asumir sus responsabilidades políticas cuando los pillan con el carrito del helado. Aunque sólo lleve horchata, como en este caso.

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