¡CAMPEONES!!!!!!

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lunes, 15 de noviembre de 2010

Jon Juaristi

Universidades

El director de evaluación de la UNAM de México, Imanol Ordorika —descendiente, supongo, de aquel marino lequeitiano del mismo nombre que llevó a Veracruz el famoso yate Vita, con los bienes incautados por el gobierno de la II República española—, ha declarado que las clasificaciones (o rankings) de las universidades que circulan hoy profusamente por todo el planeta y de los que se hacen eco los grandes medios de comunicación (con tintes catastrofistas, por lo general, en lo que se refiere a las universidades españolas, que obtienen puntuaciones muy mediocres) están lastradas por un prejuicio favorable al modelo de las universidades elitistas norteamericanas, carísimas, altamente selectivas y volcadas en la investigación. Ordorika tiene razón. Las universidades europeas y latinoamericanas no pueden competir con las de Estados Unidos en este último aspecto. Los contratos multimillonarios de las grandes universidades estadounidenses con las empresas y los organismos estatales les permiten hacer lo que las nuestras nunca lograrán, por mucho que se lo propongan, en el campo de la investigación y de la innovación. Los mejores científicos de los otros continentes y de Latinoamérica seguirán escapándose a Boston, Nueva York, Baltimore o San Diego, y, con suerte, sus países de origen podrán recuperar una mínima porción de la fuga. En estas condiciones, prestar excesiva atención e importancia a los rankingsinternacionales supone en quienes somos fatalmente periféricos una actitud masoquista que derivará inevitablemente en pérdida de autoestima y en melancolía.
Sin embargo, las universidades norteamericanas, incluso las de elite, tienen verdaderos problemas en lo que concierne a la instrucción superior básica y a la enseñanza de los saberes humanísticos, como lo refleja un reciente libro de Martha C. Nussbaum, Not to profit. La autora no es una neoconinfluida por el pesimismo de Allan Bloom, sino una progresista suficientemente lúcida para percatarse de que el eclipse de las humanidades en la enseñanza deteriora la democracia. Que Nussbaum encuentre inspiración para la reforma en los institutos tecnológicos de la India y no en las universidades europeas dice mucho de las manías antioccidentales de la izquierda americana, pero allá ellos. Mucho más fecundas que las tribulaciones de la señora Nussbaum, las propuestas concretas de los conservadores británicos están definiendo un modelo posible para las universidades públicas del Reino Unido que podría aplicarse también en España, y que se basa en la prioridad de la instrucción respecto a la investigación, lo que podrá parecer una opción resignada, pero que es indudablemente realista. La Universidad europea, incluida la española, alcanzó en la segunda mitad del pasado siglo un nivel bastante estimable de calidad docente, que ha ido descendiendo a causa del énfasis excesivo en la investigación y el consiguiente descuido de la enseñanza en el aula. Ahora, cuando la financiación de la primera, que depende en su mayor parte de los recursos públicos, languidece debido a la crisis económica, las propuestas conservadoras del entorno de Cameron abren una perspectiva interesante que nos convendría explorar en el nuevo espacio universitario europeo.

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