David Gistau

Felaciones y banderillas

Es difícil ver más animales maltratados que en los famosos documentales sobre naturaleza en los que la televisión pública española basa buena parte de su prestigio. Gacelas que aguardan la muerte con la mirada vidriosa mientras una leona las mantiene sujetas por el cuello. Festines carroñeros de las hienas, que desgarran músculos. Ñus atrapados por las fauces de los cocodrilos durante sus migraciones. Crías de foca destrozadas por los tiburones... La vida misma, sin edulcorantes Disney.

A pesar de tanta violencia, el libro de estilo de TVE no contempla proteger a los niños de estas visiones «como sea». De hecho, los documentales son emitidos en un horario próximo a aquél en que se lidian las corridas de toros, cuya retransmisión sí ha sido prohibida usando como coartada al público infantil. De todos los sufrimientos padecidos por animales, resulta que a Oliart le parece que sólo el del toro de lidia puede provocar pesadillas a espectadores impresionables. Y por ello ha hecho oficial el veto a las corridas, sin dejar por ello de expresar un hipócrita respeto a la cultura taurina, que tendría cabida a esas horas clandestinas en que otra cadenas dan porno: felaciones y banderillas, igualadas por la confusión moralista.

Mientras TVE dé gacelas degolladas a las cuatro de la tarde, habrá que concluir que su boicot a los toros no cumple el propósito de evitar que los niños vean animales maltratados. Ésa es la excusa, y ha empleado otras. TVE no es una televisión pública cuya vocación sea reflejar a su pueblo, sus gustos, sus tradiciones: lo que pretende es moldear a ese mismo pueblo para fabricar un hombre nuevo adaptado a los prejuicios socialistas. Y el hombre nuevo de Zetapé, el que no fuma, ni cree en Dios, ni margina a los feos, ni vota a la derecha, ni regala a sus hijos juguetes sexistas, ni discute la tutela estatal, tampoco va a los toros. Porque ir a los toros, de un tiempo a esta parte, y a pesar de Lorca y de Sabina, de Bergamín y de Picasso, es uno de esos vicios vinculados con el eterno facherío contra los cuales un progresista de manual sólo puede combatir. Lo que pretende TVE es educarnos, salvarnos de nosotros mismos, pulirnos esos rescoldos de barbarie que aún nos impregnan por el hecho de ser consecuencias españolas. Oliart es sólo un intérprete de este Comité de Salud Pública que, en lo que concierne a lo taurino, se hizo explícito en Cataluña. El autor es ese mismo presidente que en una entrevista reciente tuvo la jeta de decir que él no habría prohibido las corridas. Supongo que tampoco las habría vetado en TVE, si es que no le hacen caso en nada, pobre.