¡CAMPEONES!!!!!!

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domingo, 20 de marzo de 2011

David Gistau

Zetapé pondrá la guerra

La propaganda es la reducción de un problema complejo a una sola imagen. Todo israelí es por definición un sádico con un fusil de asalto y cables para electrocutar testículos; todo palestino, un niñito a punto de ser aplanado por un carro de combate. Primario, pero eficaz. De igual forma, el mismo misil que, arrojado sobre Bagdad, percutirá indefectiblemente contra una guardería o una maternidad, soltado sobre Trípoli tendrá el buen criterio de no socarrar sino a psicópatas saturnales vestidos de drag-queen. A partir del tercer análisis de progreso, uno se convence de esto.

Serán los ajustes de cuentas por el No a la guerra los que señalen las contradicciones evolutivas de Zapatero. El que no iba a cambiar. El que aventó al mundo un flojo pacifismo genérico hecho jaculatoria por aquel José Bono ministro de Defensa cuyos ejércitos, como la brigada suicida de La vida de Brian, preferían morir a matar: ojo con que no les dé ahora por estrellar los F-18 con tal de no bombardear. En realidad, Zapatero se ha convertido justo en el tipo de jefe de Gobierno que combatió con saña desde la oposición: uno que trasciende la vocación española de insignificancia y repliegue y se aviene a compartir, en primera línea, los sacrificios de las naciones hegemónicas. Alguien podrá alegar que para eso podríamos habernos quedado con una sucursal de Aznar, y no habríamos perdido los siete años que Zapatero necesitó de aprendizaje y de reseteado moral. Pero al menos, aunque sea al final, se ha emancipado de su personaje pancartero y ha perdido el miedo a defraudar a sus costaleros de pegatina en la solapa.

Atendamos a las contradicciones de la opinión pública occidental respecto de Irak y Libia. Feroz oposición a una guerra, complacencia con la otra. Pero existen coincidencias sorprendentes. Después de toda la retórica, ambas han terminado justificándose por la necesidad de extirpar a un tirano, principio universal por el cual deberíamos ahora esperar ataques inminentes en Corea del Norte, Cuba, Saudí, Qatar, Guinea Ecuatorial y no sigo porque me quedo sin papel. En ambos casos, hay mucha urgencia por liquidar a un «nuestro hijo de puta» -a uno le perdonaron la matanza de kurdos, al otro Lockerbie- con el que todo estadista sale abrazado en alguna fotografía y que desnuda el cinismo de las relaciones internacionales. En ambos casos, Occidente asegura una fuente de energía -¿qué fue de lo de sangre por petróleo?- y hubo que inventar un pretexto moral, una pistola humeante. Las armas de destrucción masiva. En Libia, los bombardeos sobre población civil de los que no hemos visto una sola prueba, ni una sola fotografía que matice el choque de dos ejércitos.

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