La majadería insostenible
Cuando Rajoy hacía o fingía
oposición dijo que ZP era un «bobo
solemne», y no erró, porque el
presidente atravesaba la época de
solemnizar lo obvio, tercera fase en el
proceso de enajenación moral y mental
del Síndrome de La Moncloa. La
primera es la de yo merecía estar aquí;
la segunda, es asombroso que la gente
no vea lo que yo veo; la tercera, las
cosas son lo que son; la cuarta, esto no
se sostiene sin mí; y la quinta, ahora
veréis lo que vais a perder.
Hay fases intermedias, de las que
hablaremos otro día, y hay recaídas en
algunas fases del síndrome, según la
configuración intelectual y el estado
emocional del inquilino monclovita.
Pero todos creíamos que ZP se
instalaría en esa tercera fase, la del
pragmatismo y el realismo, aunque
ambos suelan ser inmorales. Es la de
González cuando dijo lo de «gato
blanco, gato negro, lo importante es que
cace ratones», tomada de un ratón chino
convertido en gato: Deng Xiaoping. En
cierto modo, es la perversión inevitable
en el disfrute continuado del poder. Y
no es la peor de todas.
Por desgracia, Zapatero no parece
haber llegado para quedarse en esa fase
de realismo de los gobernantes largos,
que no siempre resulta lesiva para sus
países. El actual caudillo del PSOE ha
acampado con visos de continuidad en
una fase intermedia entre la primera y
la segunda, caracterizada por el
egocentrismo vertiginoso y la negación
de la realidad sin temor a las
consecuencias.
Ayer, en el típico mitin de fin de
semana, Zapatero dijo de sus enemigos
del PP las chocarrerías de rigor, pero no
se ha limitado a eso, que es lo
previsible, sino que ha insistido en su
delirio del G-20, grupo al que no
pertenecemos pero en el que Zapatero
se empeña que estamos. Y no, no
estamos; y tampoco en el G-8 aunque
nos inviten a cambio de que España
pague caro el peaje necesario para el
cultivo de la infinita vanidad
presidencial. Y por si fuera poco el
delirio de puertas afuera, ahora le ha
dado por delirar de puertas adentro.
Anuncia que va a poner en marcha un
nuevo modelo de crecimiento y que va a
empezar en Andalucía, con un plan
llamado Andalucía sostenible.
En fin, Andalucía se ha sostenido
mucho en el atraso y no dudamos de
que podría seguir votando al PSOE 200
años. Pero que Zapatero pruebe en ella
su nuevo modelo económico es una
crueldad innecesaria. Y tanta majadería
presidencial empieza a resultar
insostenible.
Cuando Rajoy hacía o fingía
oposición dijo que ZP era un «bobo
solemne», y no erró, porque el
presidente atravesaba la época de
solemnizar lo obvio, tercera fase en el
proceso de enajenación moral y mental
del Síndrome de La Moncloa. La
primera es la de yo merecía estar aquí;
la segunda, es asombroso que la gente
no vea lo que yo veo; la tercera, las
cosas son lo que son; la cuarta, esto no
se sostiene sin mí; y la quinta, ahora
veréis lo que vais a perder.
Hay fases intermedias, de las que
hablaremos otro día, y hay recaídas en
algunas fases del síndrome, según la
configuración intelectual y el estado
emocional del inquilino monclovita.
Pero todos creíamos que ZP se
instalaría en esa tercera fase, la del
pragmatismo y el realismo, aunque
ambos suelan ser inmorales. Es la de
González cuando dijo lo de «gato
blanco, gato negro, lo importante es que
cace ratones», tomada de un ratón chino
convertido en gato: Deng Xiaoping. En
cierto modo, es la perversión inevitable
en el disfrute continuado del poder. Y
no es la peor de todas.
Por desgracia, Zapatero no parece
haber llegado para quedarse en esa fase
de realismo de los gobernantes largos,
que no siempre resulta lesiva para sus
países. El actual caudillo del PSOE ha
acampado con visos de continuidad en
una fase intermedia entre la primera y
la segunda, caracterizada por el
egocentrismo vertiginoso y la negación
de la realidad sin temor a las
consecuencias.
Ayer, en el típico mitin de fin de
semana, Zapatero dijo de sus enemigos
del PP las chocarrerías de rigor, pero no
se ha limitado a eso, que es lo
previsible, sino que ha insistido en su
delirio del G-20, grupo al que no
pertenecemos pero en el que Zapatero
se empeña que estamos. Y no, no
estamos; y tampoco en el G-8 aunque
nos inviten a cambio de que España
pague caro el peaje necesario para el
cultivo de la infinita vanidad
presidencial. Y por si fuera poco el
delirio de puertas afuera, ahora le ha
dado por delirar de puertas adentro.
Anuncia que va a poner en marcha un
nuevo modelo de crecimiento y que va a
empezar en Andalucía, con un plan
llamado Andalucía sostenible.
En fin, Andalucía se ha sostenido
mucho en el atraso y no dudamos de
que podría seguir votando al PSOE 200
años. Pero que Zapatero pruebe en ella
su nuevo modelo económico es una
crueldad innecesaria. Y tanta majadería
presidencial empieza a resultar
insostenible.
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