Esmorfis
El gran Antonio Ozores, maestro en el arte de hablar durante horas sin decir absolutamente nada, se siente profundamente apenado. Nadie había intentado arrebatarle el cetro del genial absurdo. Y de golpe, se lo ha quitado de las manos nada menos que el presidente del Gobierno. Una mañana, le estaba dando la tabarra un pelma a Antonio. Una tabarra descomunal. Ozores ponía cortés expresión de atención pero su cabeza se hallaba en otro lado. El pelmazo no detenía su húmeda, y Antonio zanjó el asunto con alto dominio de la situación. «Esmorfis, esmorfis, no se rinda, tesón y esmorfis». El tostón de tío se mostró muy agradecido por el sabio consejo.Pero Zapatero lo ha superado. El problema es que mis sentimientos no son de gratitud. Nos ha dicho que todo está muy bien, que confía la salida de la crisis a la economía sostenible, y que nos va a sacar a los contribuyentes dieciséis mil millones de euros más. Si la crisis va a ser superada por la economía sostenible y todo va bastante bien, ¿para qué quiere los dieciséis mil millones de euros? Lo mejor, la frase de gran gobernante, que le salió redonda: «Esto no es improvisar, sino gobernar con capacidad de rectificación». De haber dicho «esmorfis, esmorfis», habría quedado mejor.
Zapatero no responde a las preguntas porque no tiene respuesta. Está empezando a parecerse a Franco. El anterior jefe del Estado había cesado al influyente y poderoso ministro de Comercio, Manuel Arburúa, inesperadamente. En una recepción, Arburúa se lo preguntó directamente, a la cara. «Excelencia, ¿Por qué me ha cesado?». Y Franco, acorralado, le respondió. «Desengáñeze Arburúa, vienen a por nozotroz». Pues lo mismo que Zapatero. Le dicen los portavoces de la Oposición y de sus aliados que gobierna con frivolidad y no sabe cómo tapar el agujero creado por su política económica particularmente chorra, y responde que no improvisa, que gobierna con capacidad de reacción, y que gracias a esa capacidad, va a aumentar los impuestos a los españoles en dieciséis mil millones de euros. Así gobierno yo, y usted, y ese de allí, y si me apuran, hasta el vencedor del campeonato de canicas sobre grava de Puertollano.
España está arruinada, señor presidente. Y el responsable de la ruina es usted. España no va a poder cumplir con el pacto de estabilidad de la Unión Europea, y de ese incumplimiento, el responsable será usted. Una sociedad ahogada, maltratada y devorada por los impuestos no puede reaccionar con un aumento del 5% de los mismos. España es nuestra nación, nuestra Patria y por ella, todo. Pero el Estado se ha convertido en un cabrón con pintas que sólo busca esquilmar los bolsillos y los ahorros de los españoles para que el pésimo Gobierno que padecemos pueda hacer frente a sus caprichos, sus improvisaciones, su incompetencia, su necedad y sus demagogias. Mi respeto personal no coincide con el institucional. Se tiene que ir. Está agotado. No le cabe una mala idea más en la cabeza. Ha vaciado la caja que se encontró llena. La presión fiscal ya es lo suficientemente angustiosa. Pacte, no sea soberbio. A este paso, el «Titanic», comparado con España, va a resultar que era un avión.
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