Raíces castaño oscuro
Un gráfico que publicó «The Economist» el 22 de agosto, organiza a una serie de países según tuviesen los brotes verdes, o las raíces de color castaño oscuro, lo que significa como se señala en el «Diccionario Ideológico de la Lengua Española» de Julio Casares, que se excede «en algún concepto de lo normal o tolerable», y en el Diccionario de la Real Academia que alguna cosa es «demasiado enojosa o grave». En ese gráfico, que afecta a once países de la OCDE especialmente significativos, a más de la media del conjunto de la Eurozona, se presentaban, con datos del segundo trimestre de 2009, referidos al trimestre anterior y también a un año antes, las cifras de los aumentos o disminuciones del PIB. De los once países estudiados, el que ocupaba el peor lugar, aquel en el cual los brotes verdes se convertían en raíces castaño oscuro, era España. Una muestra evidente es la caída del índice de la producción industrial. En el mes de julio de 2009, respecto al mismo mes de 2008, el descenso fue de un 14,5%. Añádase un paro que en cifras oficiales, también en junio, llegaba al 18,1%, un porcentaje altísimo que prueba que el abandono de la rectificación del funcionamiento del mercado de trabajo español nos sitúa en una situación excepcional en el mundo. Incluso ironizó sobre ello el presidente Chávez en una rueda de prensa ante medios internacionales el 30 de agosto de 2009, al indicar lo mucho que le queda a Venezuela, que anda en torno al 8% de desempleo, para llegar a nuestro porcentaje.
Un gráfico que publicó «The Economist» el 22 de agosto, organiza a una serie de países según tuviesen los brotes verdes, o las raíces de color castaño oscuro, lo que significa como se señala en el «Diccionario Ideológico de la Lengua Española» de Julio Casares, que se excede «en algún concepto de lo normal o tolerable», y en el Diccionario de la Real Academia que alguna cosa es «demasiado enojosa o grave». En ese gráfico, que afecta a once países de la OCDE especialmente significativos, a más de la media del conjunto de la Eurozona, se presentaban, con datos del segundo trimestre de 2009, referidos al trimestre anterior y también a un año antes, las cifras de los aumentos o disminuciones del PIB. De los once países estudiados, el que ocupaba el peor lugar, aquel en el cual los brotes verdes se convertían en raíces castaño oscuro, era España. Una muestra evidente es la caída del índice de la producción industrial. En el mes de julio de 2009, respecto al mismo mes de 2008, el descenso fue de un 14,5%. Añádase un paro que en cifras oficiales, también en junio, llegaba al 18,1%, un porcentaje altísimo que prueba que el abandono de la rectificación del funcionamiento del mercado de trabajo español nos sitúa en una situación excepcional en el mundo. Incluso ironizó sobre ello el presidente Chávez en una rueda de prensa ante medios internacionales el 30 de agosto de 2009, al indicar lo mucho que le queda a Venezuela, que anda en torno al 8% de desempleo, para llegar a nuestro porcentaje.
La situación de nuestras raíces con tan alarmante aspecto, según la misma fuente, que no es contradicha por economista español serio alguno, se debe, en primer lugar, a la falta de competitividad exterior de nuestras industrias, porque el desarrollo de España se orientó, en primer lugar hacia la industria de la construcción, dejando una minúscula acción hacia las actividades exportadoras. Aun con todos los frenos a la importación derivados de la actual crisis, en los doce meses que concluyen en junio de 2009, el déficit comercial español se sitúa en torno a los 65 mil millones de euros. Por otro lado, se destaca que existen tres países cuya vida económica depende de conseguir préstamos en el exterior: menciona, por este orden, a España, Gran Bretaña y Estados Unidos.
Si pasamos, en esta especie de glosa obligada a «The Economist» de 29 de agosto de 2009, vemos que exhibe la carga tributaria que recibe por el impuesto sobre la renta, una persona que tiene 100.000 dólares de ingresos, o sea, unos 70.000 euros. Pues bien, la carga que recibe un español que posee esos ingresos por ese concepto, es superior a la que recae sobre un francés, un alemán, un británico, un japonés o un norteamericano, según una estimación de la empresa experta en contabilidad KMPG. Un dato a tener en cuenta en estos momentos de evidente «crisis del estado fiscal» español, esa trampa que tan bien nos describió Schumpeter, y que ahora nos acongoja. La raíz castaño oscuro en este caso es la existencia de un déficit enorme, que los analistas prevén que sobrepasará el 10% del PIB en el año 2009, por lo que la carga de la deuda amenaza con convertirse en algo insoportable, sobre todo porque si no somos competitivos y tenemos un déficit gigantesco, ¿cómo podemos pertenecer a un área monetaria óptima, la Eurozona? Pero su abandono —contemplemos lo sucedido en Argentina cuando se salió del patrón dólar, porque Cavallo fue incapaz, por lo que acabamos de decir, de lograr para su país el que perteneciese a un «área monetaria óptima»— significaría literalmente una catástrofe.
Lo malo de tener raíces con esos defectos es que amenazan el futuro más que las heladas que liquidan los brotes verdes. Si las raíces son buenas, otros brotes aparecerán en una forzosa primavera. Pero las raíces castaño oscuro no pronostican ninguna primavera, sino todo lo contrario y de modo permanente. Gracias a Leandro Prados de la Escosura en su obra «El progreso económico de España (1850-2000)» sabemos que respecto a los ocho países entonces más opulentos de Europa, España en 1850 y en 1860, había experimentado un auge tal que alcanzaba más del 90% de los niveles medios de ese grupo. Pero todo cambió tras la crisis iniciada en mayo de 1866 por la bancarrota de la gran entidad bancaria británica Overend, Gurney & Co., a causa de una concesión excesiva de créditos a compañías ferroviarias. Por cierto que Jevons tiene sobre esta crisis un estudio interesante en su trabajo «Investigations in currency and finance» (Macmillan, 1884). Pues bien; desde esa crisis, España no hizo más que separarse de la convergencia. En 1870, el anterior porcentaje disminuyó al 75,8%. Ese, y no otro, es el riesgo que ahora corremos si no acertamos a sanear las raíces. Todo lo demás son coplas de Calaínos.
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