La herencia hispana de Dubai
Efectivamente, la sombra de Dubai ha sido alargada. En primer lugar, ya ha llegado, con enorme fuerza a Grecia. En segundo término, afecta a España. Y lo hace a través de dos senderos. Por un lado, complica nuestra financiación internacional, al rebajar la calificación que merece la deuda pública española. Concretamente, han originado bastante revuelo las calificaciones que ésta ha merecido a Standard & Poor's. Pero simultáneamente, ha complicado la vida de nuestros valores y bonos, tanto en los propios mercados bursátiles españoles como en los internacionales. Es pena que no tengamos, como se solicita en el excelente artículo de María Teresa González y Alfonso Novales «Are volatility indices in international stock market forward looking», publicado en la «Revista de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Nacionales. Serie A. Matemáticas», 2009, nº 103 (2), un índice español que mida la volatilidad, en ese sendero iniciado en el muy popular ya índice de volatilidad del Chicago Board Options Exchange en 1993, y que en Europa ofrece ya los de Francia -el VXI- , de Alemania -el VDAX-, o de Suiza, el VSMI. Si dispusiésemos ahora del VIBEX que González y Novales han estudiado para el periodo 1999-2008, se hubiera aclarado sí, efectivamente, como se señala en este artículo, tanto las malas como las buenas noticias «tienen un impacto mayor cuando se desarrollan en un régimen de alta volatilidad». También se plantea esta posibilidad en el trabajo de José Luis Crespo Espert y Carlos Mir Fernández, «El riesgo: medidas de dispersión y volatilidad», en «Bolsa», 4º trimestre de 2009.
Lo que resulta claro es, en primer lugar, que es evidente que el mundo financiero internacional ha pasado a contemplar con mayor cuidado a los países del grupo de los PIGS, cuando la G, como se evidencia con la peligrosa situación de este país muestra señales ya muy peligrosas. En el caso concreto de España estas complicaciones van desde una especie de ratificación por parte de Standard & Poor's de lo que habían señalado multitud de instituciones internacionales públicas y privadas, hasta lo que muestra la OCDE sobre la excepcionalidad de nuestro crecimiento negativo en 2010 frente a una recuperación parcial de los otros países en el mismo año o lo que ratifica el denominado «The Economist poll of forecasters», correspondiente a diciembre de 2009. En este pronóstico, para el bloque de las trece potencias económicas mundiales más importantes, entre las que nos encontramos, para 2010, doce verán crecer su PIB entre un 0,9%, Italia, y un 2,7%, Australia y Estados Unidos, y una continuará cayendo, con un 0,1% de disminución, España.
Este incipiente desarrollo casi general significa que las instituciones internacionales que facilitaban la recuperación internacional, ya cesan en parte considerable de hacer contribuciones, y esto nos va a afectar, casi habría que decir que desde ahora mismo. La ya muy próxima conducta de freno a la financiación cómoda de la banca española en el Banco Central Europeo, a eso se debe. Normalmente eso acabará provocando dificultades adicionales en el interbancario, lo que, al dificultarse la liquidez, se transformará en incrementos en el tipo de interés y en frenos importantes para nuestra recuperación.
Encadénese con esto que, como señala con claridad el profesor Barea, en «Cinco Días» el 12/13 de diciembre de 2009, debido al aumento del paro, que origina la caída de los cotizantes, «las dos prestaciones más importantes de la protección social, pensiones y sanidad... están a punto de entrar en déficit en este año y con toda seguridad el próximo». Añádase que, como señala según se lee en «Expansión» de 12 de diciembre de 2009 el profesor Juan Rubio Ramírez, de la Duke University, este problema a corto plazo se agudiza porque España es «uno de los tres países donde el envejecimiento presionará más a las finanzas del Estado». El abandono de la protección familiar y decisiones como las del fomento del aborto también tienen un durísimo coste económico que engendra consecuencias. Una, que como eso ha de cubrirse con emisiones de deuda crecientes, un producto derivado, que es el CDS, o Credit Default Swap, cuyo nombre ya indica que hace posible que no se suspendan pagos, se va a incrementar a medio plazo. Ya tras Dubai, había crecido. ¿Y qué decir del duro informe publicado por el Credit Suisse? La causa básica es, como se ha denunciado ampliamente, tras multitud de estudios empíricos, que la productividad total de los factores en España lleva muchísimos años sin avanzar. Por eso no nos podremos aprovechar del progreso, por ejemplo, de franceses y alemanes para salir del pozo hondísimo en el que nos encontramos. Además, es evidente que una carga de la deuda es capaz de producir una situación fiscal insoportable, de las que sirvieron para que Schumpeter acuñase aquello de «crisis del Estado fiscal», que además en nuestro caso se une -y lo toma en consideración el Credit Suisse-, al déficit acumulado por cuenta corriente, ese que nos conduce a una crisis de la deuda externa.
Quevedo escribió «esto es hambre y no poder más» al contemplar unos posibles paliativos que sencillamente sólo lograban encubrir otra dura realidad. ¿Diría hoy otra cosa?
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