¡CAMPEONES!!!!!!

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martes, 29 de diciembre de 2009

Laura Campmany

El obelisco

Según los expertos, el obelisco de la Plaza de Castilla no es propiamente un obelisco. Al alcalde Ruiz-Gallardón se lo ha dejado muy claro, por carta, el secretario general de estudios egipcios. No sé que nombre le impondrá la costumbre, si torre, columna, fuste, eje, menhir o pirulo, pero yo, qué quieren que les diga, pienso llamarlo como me dé la gana. Y, como queda a unos metros de mi casa familiar, y ya lo he visto refulgir en la mañana turbulenta, le haré a los visitantes la típica pregunta bonaerense: ¿Viste ya el obelisco?
Las obras de Calatrava tienen la virtud de situar la eternidad en un espacio y en un tiempo, como mandan los cánones. A Madrid le faltaba una obra moderna y emblemática con la que poder identificarse en su salto hacia el futuro, y ahora, con este otro Santiago y abre España, con este árbol de oro, con esta máquina espiritual, con este taladro celeste que, como un regalo de Navidad, venía envuelto en su Caja, se ha puesto una inyección de mundo nuevo. Al fin tiene su cumbre o su veleta: su Eiffel o su Giralda.
Como no ha sido concebido para dejar indiferente a nadie, el obelisco le contará a quien lo mire una historia a su altura. Yo ayer lo contemplaba, camino de una Santa cervecería de la que soy devota, y veía, en las doradas lamas giratorias, trigueñas, orgullosas, ensambladas, el alma de una villa hecha de muchos pueblos. Porque a Madrid -milagros de la Corte- vino gente de todos los rincones a compartir gramática y acento. Y este obelisco ya nos pertenece, por mucho que pretenda adueñárselo el viento.

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