Los almendros
En España, y en estas fechas, a los árboles en flor les atribuimos la condición de almendros. Con los almendros, simultáneamente, florecen los prunos, los manzanos y otros muchos árboles frutales. Las adelantadas son las mimosas, amarillas rabiosas. Así que un día, César González-Ruano pidió al camarero recado de escribir en el «Teide», su despacho. Fumaba sin parar y bebía un café detrás de otro. Y aquella mañana, César se sentía feliz porque habían florecido los almendros, y escribió un artículo delicioso para ABC con ese único motivo. Era Director de ABC el gran Luis Calvo, genial, parcial, tronante, dipsómano, cambiante, formidable escritor y espía británico. Leyó Luis Calvo el artículo de César y tardó medio minuto en hablar con él. –César, ¿qué coño les importa a los lectores de ABC que hayan florecido los puñeteros almendros?–. González-Ruano mantuvo su estudiada calma. –Director, si un año no florecen los almendros, los lectores de ABC creerán que ha llegado el fin del mundo. Se trata de tranquilizarlos–. Y el bellísimo artículo fue publicado.
Hasta hace pocos años, una década, no presté atención a las flores de los almendros, ni de los prunos, ni de los cerezos. Ese milagro se hace realidad a medida que se cumplen los años. Vida en el otoño, pasmo por la primavera. Tres días de sol en España y todo ha cambiado. No se producirá este año el fin del mundo porque ya han florecido los almendros. Y en menos de un mes, los castaños de indias del Retiro presentarán sus flores altivas, que parece que están presentando armas a los paseantes. Es mucho más importante que hayan florecido los almendros que todas las chorradas juntas del Gobierno de Zapatero. ¿Para qué dedicarle a este Gobierno un artículo más, una atención tan inmerecida, si lo verdaderamente importante ha estallado en nuestros campos y ciudades? En Sevilla, el azahar a punto. En el norte, aún tardarán pero ya muestran sus intenciones, se asoman los diminutos verdes de las hojas de robles, castaños y hayas. En el Mediterráneo español, asustadísimo por este invierno que termina, se ha iniciado el período de la normalidad. Malos tiempos para Garzón. Se abre la veda y la caza se prohíbe. Hablan muy mal los cazadores, que confunden la apertura de la veda con la llegada de la temporada, cuando es al revés. Veda es prohibición. Se cierra la veda, es decir, concluye la prohibición, y comienza la temporada de caza. Menos mal que los toros llegan en mayo, porque a este hombre hay que tenerlo entretenido para que no haga de las suyas. Pero ¿qué importa Garzón si han florecido los almendros? A mí, personalmente y con el respeto debido, un bledo. Como los malos días que se le presentan a María Antonia Munar, la «princesa», que ésa sí que tiene almendros para contemplar a mano, y muy poca atención va a dedicarlos. ¿Se emocionan los de la Ceja con los almendros en flor? Mucho lo dudo, pero si alguno lo hiciera, bueno es que sepa que en algo coincidimos. Hoy bulle en el ambiente el aire de la escapada. Centenares de miles de coches saldrán de las grandes ciudades con sus ocupantes en busca de un descanso. No se distraigan los conductores. Pero aquellos que puedan, fíjense en los paisajes nuevos. Y en esos almendros, que casi nunca lo son, que han llenado los campos de España de la esperanza que nos falta en nuestro día a día.
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