¡CAMPEONES!!!!!!

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domingo, 14 de marzo de 2010

David Guistau

El hombre que fue Tuenti

Mantendré en secreto el nombre de un querido amigo de la redacción que ha fracasado en todos los intentos de colarse en Tuenti para espiar a su hija adolescente con mayor comodidad de la que concede un seguimiento en coche: donuts y estreñimiento. No logró obtener el salvoconducto de la invitación, porque la presencia de «un viejo» en Tuenti equivale a la de una ristra de ajos en la vida social de Drácula o a la de una redada en un speakeasy de cuando la Prohibición. Por lealtad, tampoco se animó a engañar a su hija con un perfil artificial en el que hacerse pasar por chaval que le permitiera entrar intramuros de Tuenti mediante un ardid como el del caballo de Troya: «Desconfío de los padres incluso cuando traen nicknames».

Mucho más resolutivo ha estado Arturo Canalda, el Defensor del Menor de la CAM, que lleva tiempo colado en el Tuenti y exprimiendo información a sus hijos, escondido detrás del antifaz de un alias adolescente. Al menos hasta ahora, que lo ha hecho público y sin duda desatará una cacería del topo en el entorno cibernético de sus hijos. Canalda, a quien hay que elogiar el oído literario que le permite emular la jerga párvula sin ser capturado –puro costumbrismo–, invita a todos los padres a hacer lo propio porque tiene superados los remilgos morales de semejante engaño: para la paternidad, la tensión entre responsabilidad y respeto de la intimidad ha de parecerse a la que se discute en las naciones amenazadas entre libertad y seguridad. En el primer caso, se desnuda el alma del protegido profanando sus conversaciones privadas. En el segundo, se le desnuda el cuerpo con los nuevos escáners de aeropuerto. Y siempre lo hace un ente tutelar, el padre, el Estado.

La argucia de Canalda, sin embargo, plantea una duda: la de la falsificación general en Tuenti. Igual que Chesterton, en El hombre que fue Jueves, ideó una cúpula terrorista compuesta enteramente por infiltrados de la policía que no sabían que los demás lo eran también y terminaban existiendo en un anarquismo virtual, estaría ocurriendo que cualquier adolescente del Tuenti no se comunique sino con alias falaces detrás de los cuales se esconderían el padre y la profesora de Lengua. Fingiéndose, ambos, amigos enrollados. Es más. La cosa puede ponerse aún más chestertoniana. Podría ocurrir que los adolescentes se hubieran mudado ya de Tuenti a otro portal, huyendo de la vigilancia, y que allí sólo quedaran padres, madres, psicólogos, sátiros, policías y el Defensor del Menor, viviendo todos la existencia virtual de unos falsos adolescentes que no saben que todos los demás tampoco lo son.

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