Retrato del hombre invisible
Cuenta Pepe García Abad que cuando comentó a sus amigos que pensaba escribir un libro sobre Zapatero, éstos le preguntaron intrigados: «Pero Pepe, ¿tú crees que este hombre da para un libro? ¿No bastaría con un folleto?». No obstante, después de entrevistarse con un montón de amigos íntimos del presidente y con varias docenas de cadáveres que el presidente había ido dejando en las cunetas, decidió que sí, que merecía la pena escribirlo, aunque sólo fuera para que los amigos íntimos se fuesen preparando para cuando les tocara el turno de pasar a cadáveres. El resultado fue 'El Maquiavelo de León', título resonante pero equívoco donde los haya porque Zapatero a Maquiavelo no le llega a las suelas y además ni siquiera es de León, sino de Valladolid, ciudad que se empeña en borrar sistemáticamente de su biografía en un gesto olímpico que, visto lo visto, los vallisoletanos nunca le agradecerán bastante.Lo de león no le va bien porque los leones son bestias nobles y una de las lecciones esenciales que se sacan de la lectura de este libro es que el mito del buenismo de Zapatero no es más que un mito. O como ha explicado el propio García Abad: puede que Zapatero en la intimidad sea un buen chico y una excelente persona, pero como político ha resultado una despiadada y traicionera olla de rencor, un Mesías chungo que no conoce amigos y que sólo piensa en zancadillas y cuchilladas. Lo malo, añade García Abad, es que es político las 24 horas del día.
Tanto lo es que los escasos mortales que han podido atravesar la niebla presidencial y acudir a una cena en La Moncloa se encontraban de golpe sin nada de qué hablar a la altura de las croquetas, no digamos ya a los postres, porque fuera de la política no hay un solo tema en el mundo que interese a Zapatero. Lo de Borges y lo de Gamoneda no eran más que etiquetas con que alicatar la oquedad esencial de un personaje que, página a página, se nos va revelando como una impresionante colección de naderías, un traje hueco, un cocido de agua del grifo.
Al poco de hojearlo, caemos en la cuenta de que, más que otra cosa, éste es un libro de terror. El hombre invisible que lo protagoniza parece incapaz hasta de dar sombra pero posee un talento increíble para ganar elecciones y posar en las fotos. Gélido y escurridizo, intentar entrevistarlo o agarrarlo es como intentar moldear el mercurio. García Abad ha logrado la proeza de hacerle un retrato de cuerpo entero y meterlo en un termómetro pero tal vez sería mejor que, para ser coherentes, el libro viniera en blanco
No hay comentarios:
Publicar un comentario