La boina
Los que viven debajo de la boina no se enteran de lo que hacen los que se mueven sobre ella. Son muy pocos los segundos y muchísimos los primeros. De golpe, me entero de que existen negociaciones para fusionar Antena-3 de Televisión con La Sexta. Es decir, la unión de una cadena de televisión libre, pujante y coherente con una inmundicia. No salgo de mi asombro. Antena-3 ha tenido, a lo largo de su ya estimable vida, accionistas de referencia distintos y distantes, pero siempre ha mantenido una línea de dignidad, buen gusto y rigor informativo. De ser cierta la posibilidad de unión de Antena-3 con La Sexta, nada aliviaría el disgusto de quienes creen en la libertad, la independencia, el respeto y la opinión no sujeta a dogmas y consignas. Y crearía una confusión contraproducente en otros medios que, sin duda, nos llevarían a una situación difícil. Me refiero a los que hacemos LA RAZÓN, que nada tenemos que ver con Antena-3, pero que sí coincidimos en el accionista de referencia. Muchos aprovecharían la situación para meter a nuestro periódico en el saco del pacto, que está por ver si se lleva a cabo, pero negociaciones, haylas. En LA RAZÓN, nuestros principios y valores están por encima, incluso, de los intereses de sus accionistas. Pero volviendo a la posible fusión de Antena-3 con La Sexta, no puedo por menos que escandalizarme. El accionariado, el estilo, la cuota de mercado, la influencia social y el prestigio de Antena-3 no han crecido y se han establecido en la sociedad española para salvar de la ruina a un grupo tan sectario, burdo, apesebrado e insignificante como el formado, a la orden de Zapatero, para desprestigiar la libertad. Si no les ha salido bien el invento, como el de «Público», que indemnicen a sus trabajadores y cierren la cadena. Ni Roures, ni el payasete del «buenismo», ni Contreras, ni Barroso, ni García Ferreras van a incrementar el número de los parados en España. Al «Gran Wyoming» le buscarán desde La Moncloa un buen encaje para que siga insultando a gusto de la retroprogresía. Pero Antena-3 nada gana con esta fusión. Pierde credibilidad e imagen. Y confunde a la sociedad, que puede interpretar que todas las sociedades que conforman el Grupo Planeta se han sometido a la devastadora infección que procura cualquier contacto con la cadena de Zapatero.Antena-3 nació de la ilusión, como Tele-5. Fueron las primeras cadenas privadas de España, las únicas que, en un principio, nada tenían que ver con el poder político. Antena-3 ha sido una cadena libre y productiva. La avaricia de la publicidad rompe no ya un saco, sino un tanque de hormigón. Si Zapatero creó La Sexta para asegurarse una cadena de televisión incondicional y entusiasta, que la salve Zapatero, sin meter mano en la caja de los españoles. Pero no Antena-3, que no necesita para nada agobiar su futuro con un peso tan extenuante como prescindible. Esa fusión haría añicos todos los principios y valores de una cadena libre y demócrata. Malos socios se busca. Los propagandistas del sectarismo, del rencor renovado, de la militancia obediente, de la opinión amordazada y de la Izquierda más pueril y cínica. La Izquierda de los millonarios. Es de esperar que no se culmine la formidable gamberrada.
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