En el nombre de alá
Se atribuye a la influyente Doña Marta Ferrula, esposa del ex-presidente Jordi Pujol, el siguiente comentario: «Nuestro problema no es el catalán, sino que aquí en Cataluña acabaremos todos hablando árabe». Se la tachó de racista pero su comentario tenía sentido entendiendo que sólo en Tarragona existen 30 mezquitas. Los extraños sucesos de Valls en donde 20 musulmanes embarbados, con turbante, sometieron a juicio por supuesto adulterio a la joven Boshra embarazada, condenándola presúntamente a ser lapidada junto al fruto de su vientre, no retratan toda la realidad de la inmigración islámica, pero tampoco se pueden tomar como una anécdota folclórica-religiosa.
Es la primerva vez en Europa que la judicatura y la policía tienen que indagar sobre un presunto tribunal islámico que quiere imponer la shaira sobre nuestras leyes civiles.
Libro de consulta entre los españoles debería ser El Corán. Recomiendo vivamente la edición del erudito y políglota Rafael Cansinos Assens (el tío de Rita Hayword) quien tradujo el texto de Mahoma directamente del árabe al español en versión íntegra. No es un libro de paz, es un chorreo de sangre en el que se promete a los fieles un paraíso de muchachas vírgenes y aguas claras. Los islamistas no abrazan al cristianismo o al catolicismo porque la apostasía musulmana está penada por la muerte. No entiendo a las jóvenes españolas que, aunque sea por razones sentimentales, abrazan al Islam. Las he oído aducir que El Corán las protege. Adoptan una vestimenta cerrada para evitar la concupicencia de los hombres.
Y si pierden al marido uno de sus cuñados tendrá que casarse con ella y ocuparse de su prole. Reglas de la vida en el desierto. También la mujer es lapidada por adulterio, su palabra vale dos veces menos que la de su esposo, éste puede tener tantas mujeres como pueda mantener, y el hombre se divorcia pronunciando tres vesces «te repudio» delante de dos testigos varones. Y la mujer a de caminar tres pasos por detrás de su marido.
El alfanje es el Kalasnikof de los salazistas. El Corán impele a sus files a inmolarse guerreramente por la causa de Alá. Al Qaeda alude constante e inquietantemente a Al Andalus, conectando con la sura del Libro Sagrado que reza: «Hallá de donde os hayan echado, volved y matadlos a todos». El diálogo de civilizaciones nunca existió para Mahoma ni para sus seguidores integristas.
Además El Corán es un Código Cívil y Penal que regula los más íntimos comportamientos humanos. Los europeos no podemos consentir ni la ablación del clítoris, ni la lapidación, ni la poligamia. Una cosa es repudiar el racismo y la xenofobia y otra más distinta es bajarnos los pantalones de nuestra secular civilización que, precisamente, se impuso a la morisma.
Que el alcalde de Madrid regale un edifico histórico a una comunidad musulmana que no desea integrarse es una progregilipollez. Los catalanes independentistas llevan a sus espaldas la cruz de la medialuna. Acabarán rezando en árabe arrodillados en sus mezquitas. Los helvéticos, como carecen de complejos, ha prohihido los minaretes. Menos aceite da una piedra.
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