José Mª Marco

Decrépitos

Desde hace unos días, no hay nada más urgente para el Gobierno que llegar a un pacto para salir de la crisis económica. Hasta hace dos semanas, en cambio, para Rodríguez Zapatero no había más que un asunto: la defensa de los «derechos» de los empleados o «trabajadores», que queda más socialista. Varios avisos de parte de los mercados financieros y las instituciones de la Unión le han dado a entender que se ha llegado al límite. No se puede seguir gastando sin tasa. Así que el Gobierno ha empezado a tomar medidas de racionalización del gasto. Estas medidas no van a ser populares. Y va a haber que tomar algunas más. No bastará con congelar las contrataciones de empleados públicos ni con preconizar la flexibilidad en los horarios. El anuncio de la subida de la edad de jubilación fue un globo sonda y al mismo tiempo sirvió de anestesiante. Después del anuncio de una medida tan dura, las demás lo parecerán menos. Lo serán más, en realidad, y conviene no descartar nada porque el Gobierno de Rodríguez Zapatero está dispuesto a salvarse como sea. Necesita al PP para disimular el volantazo, para compartir el desgaste o para echarle en cara que no quiere comprometerse con los españoles, ni arriesgar su popularidad como los socialistas, siempre heroicos, se disponen a hacer. El PP volverá a tener la culpa, esta vez de que se retrase la salida de la crisis. Es difícil, sin duda alguna, presentar una oposición consistente a gente sin vergüenza, como el Gobierno socialista, capaz de decir una cosa y la contraria. También es cierto que esta actitud transmite una sensación de desánimo, de cansancio y de hastío que no es la más apropiada para seguir a la cabeza del Gobierno. Espero que en el PP se hayan dado cuenta que las mentiras de los socialistas no son ya capaces de disimular la decrepitud del mensaje y de las personas.