BARRA BRAVA
No me eches la culpa
Ésta sería la explicación resignada. Pero ocurre que no la admiten ni la soberbia, ni las inversiones fracasadas, ni el empecinamiento en un modelo fatuo y perdedor de Florentino Pérez. Autor del bucle melancólico que mantiene atrapado al Real Madrid sin otra explicación para su aureola de prestigio que la formidable propaganda del periodismo clientelar. El que a partir de esta semana sin duda volverá a calentar el futuro con distracciones sobre fichajes millonarios que, como Cristiano, Benzemá y Kaká, serán presentados a estadio lleno y bajo confeti para luego quedar en nada. Con éste, serán ya cuatro años y 12 títulos importantes de secarral. Jodo con el salvador. Pronto, como a Moloch, le entregarán para que se lo coma a Pelligrini. Por lo que Florentino Pérez sí estará en condiciones de superar una marca deportiva: la de entrenadores devorados y proyectos recomenzados sobre los escombros del anterior de Jesús Gil. Falta un poni que haga de Imperioso.
Cuando Obama parecía atascado y decadente, los republicanos imprimieron en unas camisetas un lema que rezaba: "No me eches la culpa. Yo voté a McCain". Tal vez sea una frase demasiado larga para una camiseta, pero este cronista querría poder imprimir: "No me eches la culpa. Yo escuché incrédulo los aplausos de los cobistas en la presentación del Ritz. Yo no creí que Florentino fuera Churchill. Ni que hubiera aprendido de sus errores. Ni que ahora fuera a tener éxito un modelo pretencioso, presidencialista, ajeno a verdades técnicas y a una concepción realista del fútbol, que en su primera experiencia acabó en espantá y ridículo". No es posible agregar que se votó a otro porque Florentino se las arregló para no tener que pasar por unas elecciones después de la minuciosa destrucción de cualquier otro candidato perpetrada por sus influencias y por la labor de zapa de sus costaleros mediáticos. Los que, sin pudor, lo ascendieron al santoral de la memoria occidental junto a Roosevelt y Churchill, y esto no es coña.
El sábado, el público de Chamartín ni siquiera se enfadó. En parte, por la costumbre de la derrota en los partidos determinantes. Y también porque la inferioridad era tan obvia que no cabía ni reprochársela a futbolistas que hicieron lo que pudieron y hasta evitaron otro 2-6. Tantos millones, tantas bravatas, para terminar dependiendo del duende y la 'frivolité' de Guti, con sus 14 años de suplente y su hartura de Madrid. Uno ansía que llegue el Mundial para recuperar la maravillosa sensación de saber que Xavi, Iniesta y Piqué juegan en tu equipo y ennoblecen la pelota para tu victoria. Selección, por cierto, en la que también debería estar Valdés. Mientras, ha sido alumbrada una nueva empresa con sede en tres ciudades: Pifias Pérez, Alcorcón-Lyon-Barcelona.
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