AL ABORDAJE
Arresten al príncipe azul
"Cenicienta es víctima del machismo: no vivió como las mozas de 'Sex & The City' ni fue ministra de ZP"
Así, y con otra de esas ocurrencias absurdas con las que Aído intenta justificar la coartada progresista de su cargo, este gobierno que diciéndose plural ha intentado ahormarlo todo a sus visiones rasantes, ahora interviene nada menos que los cuentos infantiles. Porque Aído descubre contenidos tóxicos en esos argumentos que son la consecuencia de otro tiempo, errado por definición. Y en esos personajes femeninos, Blancanieves, Cenicienta, que son víctimas por no haber podido vivir la vida de las mozas de 'Sex & The City' ni haber tenido la oportunidad, mientras perdían el tiempo esperando al príncipe, de integrarse en el posado para Vogue de las ministras de Zetapé.
El Estado progresista, que no en vano maneja la verdad verdadera, no admite rivales. Ni en el monopolio de la moral pública, pues de ahí proviene su rivalidad con la Iglesia. Ni en el de la educación -o programación- de las generaciones del porvenir, a las que pretende uniformes, abducidas para una mayoría eterna tan aplastante para el individuo singular que, como también ha escrito Ruiz Quintano, el ostracismo social -la pedrada- será la última expresión de la dignidad. Y para el cumplimiento de este propósito, se censura todo cuanto no sea utilitario, incluidos los hermanos Grimm o Perrault, que fueron, sin saberlo, machistas y divulgadores de modelos de opresión. Como Kipling, como Homero, como Chrétien de Troyes, que ya serán prohibidos por inadaptación al tiempo de Aído cuando corresponda.
Hay que asustarse, en qué manos estamos, en las de la vulgarización de la vida pública como daño colateral de la democracia y de un concepto de la igualdad por abajo que propicia al hombre/masa del que advirtió Ortega. Si la unidad de medida es Aído, sepa Sonsoles que no puede ni imaginarse cuántos cientos de miles de españolas podrían ser ministras de Igualdad.
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