«En las próximas elecciones, los 'sociatas' no van a sacar al 'doberman' sino a Carrillo y los Villarejo»
CUANDO Patxi López sale pegando coces contra el sindicato Manos Limpias y Miguel Sebastián atizando mamporros al «franquismo residual» no debería quedar duda -salvo en la neblinosa mente de Nacho Uriarte- sobre la estrategia de Zapatero ante las próximas elecciones generales. Esta vez no van a sacar al doberman; van a sacar a Carrillo y a los Villarejo, a los titiriteros de la zeja, Coros y Danzas del zapaterismo, y a los sindicatos verticales con sus liberados del trabajo al frente. Milagro será que, saliendo de alguno de los palacetes de la SGAE, una turba sociata no queme alguna iglesia o, en su defecto, un par de sedes del PP.
La prueba definitiva de que Zapatero se va a disfrazar de Margarita Nelken, con Garzón de Don Hilarión de la Cheka, es que el presidente del Gobierno ha hecho unas declaraciones en Estados Unidos de apoyo al Tribunal Supremo y a la independencia judicial que son rigurosamente incompatibles con lo que están haciendo su partido y su Gobierno.
Lo de la vicepresidenta laosiana y la sobrina del chequista Villarejo podría haber sido falta de coordinación, improvisaciones sin guión porque el Gran Timonel del Paro estaba poniendo a trabajar a Obama y al Orbe todo. Pero que después de las impecables declaraciones de ZP salgan López, el héroe autonómico del PSOE, y Miguel Sebastián, acaso el ministro más cercano al presidente, diciendo justamente lo contrario que él, en el fondo y en la forma, prueban más allá de toda duda garzonable que el PSOE ha decidido volver a la estrategia de la tensión, la que confesaba y compartía con Iñaki Gabilondo cuando el Reich de PRISA iba a durar mil años, más el IVA.
Para movilizar en su favor a la extrema izquierda y los nacionalistas radicales, ZP sólo tiene ya en sus manos la zanahoria tricolor y el palo de la Cheka. Pero el miedo al paro de los políticos, sindicalistas y titiriteros progres, junto al resentimiento patológico, base del guerracivilismo izquierdista, forman una pócima poderosísima que sólo un arriolo o bobo coriáceo despreciaría.
Si al temor al paro de la izquierda instalada se añade el pavor a unos jueces medianamente decentes, como los del Supremo garzonófoba, que empiecen a comprobar ingresos y gastos, fincas y parcelas, herencias y loterías, la Cheka de Zapatero va a dejar en nada la de Fomento-Bellas Artes, o sea, la del Ministerio del Interior, ayer de Galarza-Carrillo, hoy de, huy, huy, Rubalcaba.
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