¡CAMPEONES!!!!!!

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lunes, 19 de abril de 2010

Isabel San Sebastian

Discriminación adquirida

Ese mantra sobre los derechos adquiridos en materia laboral, repetido machaconamente por Méndez y Toxo en los ratos que les deja libres el antifranquismo nostálgico, es la base de una profunda injusticia. Una discriminación que sufren millones de ciudadanos impotentes, en razón de su edad, porque la edad es la que determina en gran medida el tipo de contrato, y éste, unido a su antigüedad, el que abre o cierra las puertas del paro. Lo de menos es la valía del trabajador. Lo de más, que salga barato despedirlo.

Esa es la verdad, la triste realidad de este país que no ha superado los prejuicios del siglo antepasado en lo que atañe a los empresarios. Una de las causas por las cuales soportamos un 20% de desempleo, que alcanza el 40 si hablamos de jóvenes. La mayoría de ellos acumula idénticos o superiores méritos para disfrutar de una ocupación que quienes gozan de ese privilegio, pero son los primeros en ir a la calle.

¿Por qué no puede ser retroactiva una nueva normativa sobre el mercado laboral y sí la que regula el sistema de pensiones, que ahora nos anuncia varios años más de cotización obligatoria? ¿Quién ha declarado sagrado, intocable y perpetuo el contrato indefinido con indemnización de 45 días? ¿Cuánto cuesta prescindir de un obrero, ejecutivo o directivo poseedor de tamaño tesoro, con más de quince años en el puesto? ¿Y cuántas empresas en dificultades disponen del capital suficiente para abonar esas indemnizaciones a quienes realmente sobran?

La crisis no castiga a todo el mundo por igual. ¡Qué va! Sin mencionar a esos tres millones de funcionarios que incluso han ganado poder adquisitivo, los que gozan del blindaje de ese sacrosanto derecho se saben protegidos. Entre tanto, millares de aspirantes a menudo bien preparados, comprendidos entre los veinte y los treinta y pocos, buscan ofertas por internet, se desesperan y regresan a casa de sus padres humillados, porque son los chivos expiatorios de este drama.

Bien está que el Gobierno anuncie reformas. ¡Ya era hora! Pero puesto a reformar, que se atreva a llegar hasta el fondo. Que deje juzgar al mercado y levante la condena que pesa sobre esta generación de temporales abocados a la precariedad. Que permita argumentar a las ganas, el currículo, la capacidad y el esfuerzo, en condiciones de auténtica igualdad, sin discriminaciones adquiridas.

¡Ese sí que sería un reto para Bibiana Aído, la excepción enchufada que confirma la regla!

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