Florentino Portero

El desafío de los grandes

La proliferación nuclear tiene dos caras a cual más aterradora: la que presentan los estados dispuestos a buscar la seguridad de este escudo protector para continuar con sus políticas antidemocráticas y desestabilizadoras y la que ofrecen los grupos terroristas de raíz yihadista, que no han cesado de buscar este armamento para utilizarlo en cuanto sea posible.
Quedarse de brazos cruzados ante ambas amenazas sería irresponsable y suicida. Por ello merece todo nuestro apoyo la iniciativa del presidente norteamericano al convocar una cumbre de dignatarios internacionales para tratar de impedir que material radioactivo llegue a manos de los terroristas. Queda muchísimo camino por recorrer, muchos convenios que negociar, firmar y desarrollar para mejorar la seguridad nuclear e impedir el desastre que algunos buscan.
Sin embargo, el frente más urgente es el que representan tanto Corea del Norte como Irán, éste último en el umbral de lograr su primer ingenio atómico. Sólo una acción diplomática conjunta de los cinco grandes podría disuadir al gobierno de Teherán de continuar por ese camino, pero los meses pasan y los avances no llegan. Obama confía en que sus concesiones a Rusia en el terreno de los escudos antimisiles y su nueva estrategia nuclear creen un ambiente más propicio para ganar voluntades en el Consejo de Seguridad, pero el tiempo juega a favor de los radicales chiíes.
La amenaza nuclear no se reducirá ni mediante declaraciones utópicas sobre un desarme total, que no veremos, ni a través de la reducción de los arsenales rusos o estadounidenses, estados que no suponen ninguna amenaza, aunque ello no reste mérito al esfuerzo realizado por ambas partes. La clave está en mantener en pie el régimen de no proliferación y eso es lo que ahora está en peligro por la falta de resultados diplomáticos y la renuncia al uso de la fuerza.