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martes, 13 de abril de 2010

Martín Prieto

Las fosas de Katyn

Hace algunos años pude ver la copia de una película de propaganda nazi sobre las fosas de Katyn en los bosques de Smolensk. Probablemente fue la única verdad que propaló el hitlerismo. Soldados alemanes arrancaron cuerpos corruptos de la élite polaca de aquel emboscado cementerio. ¿Cuántas hectáreas se necesitan para enterrar a 20.000 hombres? Sin el Pacto Ribbentrop-Molotov quizás la II Guerra Mundial no habría sucedido o tal vez se hubiera retrasado hasta hacer fuertes militarmente a las democracias occidentales. El Pacto contenía una cláusula secreta: dividir a Polonia para proteger a la población rusófila de los desmanes alemanes.
Ya en el inicio de la Operación Barbarroja contra la URSS, los nazis expertos en tales cuestiones advirtieron que en los bosques de Smolensk y especialmente en la zona conocida como Katyn había demasiada tierra removida. Oficiales, maestros, clérigos, científicos, toda una generación polaca de primera línea había sido enterrada allí con un tiro en la nuca. Stalin lo achacó a Berlín hasta que Mijail Gorbachov destapó la caja de la verdad.
Rusos y nazis entendían el predominio de sus creencias mediante el exterminio racial. Polonia ha tenido muy mala suerte histórica. Su territorio ha corrido de arriba abajo del mapa y hasta tuvieron que recurrir a la hermosa Maria Walewska, con el consentimiento de su aristócrata y cornudo marido, para recabar favores políticos de Napoleón, quien abandonó a la bella polaca en el dormitorio y sin visita. Los 70 años de Katyn son otra desgracia polaca. El brumoso bosque ha regresado.

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