¡CAMPEONES!!!!!!

¡CAMPEONES!!!!!!

viernes, 30 de abril de 2010

Isabel San Sebastian

Zapatero I el Infausto

La historia apoda a los gobernantes con el rasgo más característico de su personalidad o de su mandato: Pedro I el Cruel, Alfonso X el Sabio, Felipe IV el Hermoso, y así sucesivamente. ¿Cómo pasará a la posteridad José Luis Rodríguez Zapatero, en el supuesto de que los historiadores del mañana no tengan la caridad de borrarle de nuestra memoria?

Lo primero que me viene a la mente es el calificativo de Impotente, que descarto por dos razones. Por estar atribuido ya a Enrique IV de Castilla y por su connotación sexual. La impotencia de este presidente no se refiere a sus prestaciones íntimas, que me traen sin cuidado, sino a su probada incapacidad para resolver uno solo de los problemas que padece España.

De ahí mi segunda opción: Incapaz. Incapaz de atajar una crisis económica que nos retrotrae al pasado sombrío heredado de su correligionario Felipe González, de contener la hemorragia del paro, de adecuar los gastos a los ingresos, de mostrar algo de austeridad, aunque sea por vergüenza torera, de tener una idea útil, de preservar la cohesión nacional, de mantener nuestra posición internacional y proteger nuestros mercados, de darnos algo de esperanza. ¿Cómo va a crear confianza quien vive obsesionado con corregir el pasado a costa de reabrir sus heridas? El futuro, según Zapatero, se sitúa en 1976 o más bien en 1934. Allí es donde pretende llevarnos desde que llegó al poder.

¿Cómo va a crear confianza quien vive obsesionado con corregir el pasado a costa de reabrir sus heridas?

¿Deberíamos otorgarle por ello el título de Perverso? Perversas son, sin lugar a dudas, las consecuencias de su empeño: Una crispación política y territorial descontrolada, agresiones verbales y físicas al discrepante en ámbitos tan sagrados como la Universidad, deslegitimación de la Justicia, encarnada en el Constitucional y el Supremo, propiciada desde la Generalitat de Cataluña y su presidente, José Montilla, por no mencionar a los sindicatos, artistas y demás colectivos abonados a la subvención oficial. El país abierto en canal, enfrentado nuevamente a garrotazos, como en el magistral cuadro de Goya, y al borde de la quiebra. Un desastre sin paliativos.

Entonces me viene a la mente el adjetivo exacto: Infausto. «Se aplica -dice el María Moliner- a lo que constituye una desgracia, va acompañado de desgracia o la anuncia o evoca. Aciago, desdichado, desgraciado, funesto, infortunado». Eso es exactamente lo que representa José Luis Rodríguez Zapatero en la historia de esta España que antes de él fue una nación indiscutida e indiscutible: Un paréntesis de infausto recuerdo. Una desgracia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario