¡CAMPEONES!!!!!!

¡CAMPEONES!!!!!!

viernes, 30 de abril de 2010

Pedro G. Cuartango

La tentación totalitaria de la izquierda

Estoy leyendo una nueva biografía sobre Joseph Goebbels en la que se dedica un buen número de páginas a rememorar los ataques del Partido Nacional Socialista a los tribunales en el periodo comprendido entre 1928 y 1933, fecha del nombramiento de Hitler como canciller.

Había que tener un extraordinario valor para ser juez en Alemania y condenar a un militante nazi porque ello suponía el riesgo de ser asesinado, agredido por las SA o vilipendiado por el Völkischer Beobachter, el panfleto de Alfred Rosenberg.

Hubo militantes comunistas y socialdemócratas o simplemente personas de raza judía que fueron asesinados a palos en la calle por las fuerzas de choque nazis. Los criminales fueron absueltos en muchos casos por jueces que subían al estrado en un ambiente de intimidación y terror. Los magistrados que se negaron a plegarse a las presiones fueron destituidos o encarcelados a partir de 1935 cuando Hitler se convirtió en un dictador tras proclamar un Estado totalitario. Aunque los jueces son falibles y tienen tantos prejuicios como los demás mortales, su función es básica en un Estado de Derecho que defiende las libertades individuales y la primacía del imperio de la ley. No hay democracia sin un poder judicial independiente que fiscalice los actos del Gobierno. No debería ser necesario recordar a Montesquieu a estas alturas si no fuera por las declaraciones que se están escuchando estos días de ministros y dirigentes del PSOE en las que se deslegitima abiertamente al Tribunal Supremo y al Constitucional.

Hay quien ha llamado «torturadores» a los jueces, quien ha defendido que hay leyes que deben estar por encima del control del Tribunal Constitucional, quien ha dicho que la Ley de Amnistía era propia de una dictadura bananera y quien ha sostenido que el Supremo está creando «alarma» social.

Me gustaría saber cuál es la alternativa que proponen los dirigentes políticos e intelectuales que se han manifestado en estos términos. ¿Sería mejor abolir los tribunales? ¿Prefieren una justicia popular? ¿O tal vez se conformarían con el derecho del Gobierno a vetar las resoluciones judiciales que no le gustaran? Cuestionar la independencia del poder judicial conduce directamente al totalitarismo, que consiste en la supeditación de la Justicia a una ideología, sea de corte fascista o comunista.

Yo creía que, después de la experiencia del estalinismo y los procesos de Moscú, la izquierda estaría ya vacunada de esta enfermedad. Pero constato que no. Que resucita ese afán de implantar una justicia partidista y al servicio de intereses políticos.

No conozco a Luciano Varela, pero quiero rendirle homenaje por su coraje moral. Debe ser muy difícil intentar ser un juez imparcial cuando se está sometido a tanta presión. Su digno silencio contrasta con el espectáculo en el que algunos han convertido la acción de los tribunales.

No hay comentarios:

Publicar un comentario