David Gistau

AL ABORDAJE

Felipe, modelo para armar

A primer vistazo, los nuevos retratos oficiales de la pareja heredera gustan. Evocan una plenitud preparada para hacerse cargo de su tiempo. Él, con una sonrisa de medio lado, casi castiza, cargada de suficiencia y complicidad: un rostro muelle. Ella, con una mirada tan penetrante como el escáner de un aeropuerto que sugiere trabajo mental, ideas como ropa tendida: el rostro casi no existe, de tan podado por la cirugía y opacado por la mirada. Están en su peso y en su sitio, pura exactitud numismática.

La sorpresa viene con el segundo vistazo, más minucioso. Y obliga a preguntarse cómo no aprendió la Familia Real la lección de aquella felicitación armada por 'photoshop' que hace casi cinco años nos permitió confirmar que la monarquía es una obra de ficción, un montaje, una nada con artificios históricos. En las tres fotografías en las que sale de uniforme, Tierra, Mar y Aire, Felipe muestra exactamente el mismo rostro. O tiene una increíble capacidad para uniformar incluso la expresión y calcarla de un posado a otro sin traiciones al 'raccord', o es un grosero pegote que reproduce sin matices el capitán ideal de los tres ejércitos. Así, nos ha quedado un príncipe de papelería, como el de aquellos recortables de la infancia en que uno podía jugar a mudarle la vestimenta a una silueta en gayumbos. Lo mismo era húsar que pistolero del 'Far West'.

Hay una tercera opción: conocida la relación íntima que la Casa mantiene con el museo de cera, que hasta ajusticia de modo alegórico a los caídos en desgracia y por ello ya podría estar engrasando la carretilla de Urdangarín, es posible que hayan entregado en préstamo la figura del Príncipe de Asturias para no someterle a él a tan enojosas sesiones. De ahí la tiesura, la docilidad del modelo, y la precisión con que gorra y guantes siempre están donde se les espera.

Tan perezoso recurso invita a la desconfianza. Los príncipes, ¿existen de verdad o son atrezo de 'photoshop'? Tanta galanura a lo Vicente Parra, tanta belleza, ¿son el resultado de una habilidad con el látex y los efectos especiales, como Chewbacca? ¿Dispone Zarzuela de otros muñecos, de brazo articulado como los Geyper-Man, que sustituyen a los originales en trances igual de tediosos como un besamanos o una salutación desde el balcón? Y, por último, ya que ellos han empezado, ¿tenemos permiso para jugar con el recortable? Conocida la mala leche de ese territorio libre que es internet, ya estoy viendo el retrato del teniente coronel Borbón vestido de lagarterana, de rey de la baraja, de Cristiano Ronaldo, de...