¡CAMPEONES!!!!!!

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martes, 18 de mayo de 2010

David Guistau

Pepiño y la portera de Gide

El descenso de Pepiño Blanco al ágora de guata de 'La Noria' estuvo motivado por ese inconveniente de la democracia que siempre mantuvo receloso a André Gide: "Mi voto no puede valer lo mismo que el de mi portera".

No sólo vale lo mismo el voto de Gide que el de su portera. Sino que además votan muchas más porteras que Gides, aunque sólo sea por la escasez natural de la excelencia. Razón por la cual el discurso político se degrada en democracia -cuando deja de ser un asunto de "los mejores" ('Aristos')- y es en 'La Noria' donde el Gobierno encuentra un escenario propicio para explicarse y trocar votos por demagogia. El propio Ortega advirtió de que un poder excesivo entregado a la masa propiciaría que toda igualación se haría por abajo en vez de por arriba. Y, en ese sentido, Blanco, en un ambiente favorable caldeado por sus anfitriones, que casi se visten de Nochevieja para celebrar la visita de alguien que no figura en la chusma habitual, se comportó como el perfecto hombre-masa que manoleó y trenzó complicidades de peluquería. No en vano, Bill Clinton dijo que, para ganar elecciones, lo primero era procurar no pasar por demasiado listo ni leído, sino establecer conexiones emocionales: vean a John Travolta haciéndole la parodia de engatusador de porteras en 'Primary Colors'. Eso, aplicado a la lógica electoral, da los cientos de miles de españoles que, según confesión de Zetapé a su esposa, podrían ser presidente.

La presencia del Gobierno en 'La Noria' no sólo representa la búsqueda de un vehículo expansivo para el mensaje. Delata también en qué clase de voto busca el socialismo su último refugio, y no precisamente en el de Gide. Hasta las inteligencias más adictas desertan y se declaran desencantadas después de que Zetapé abandonara principios fundacio-nales de su propio personalismo, no como consecuencia de un aprendizaje o una voluntad, sino por imposición externa. Ni siquiera cuela la justificación del presidente por la cual estaría pensando en la siguiente generación en vez de en la próxima elección, él, que fue exclusivamente electoralista y marrullero del día a día mientras se lo permitieron. Así las cosas, el gobierno, por mero instinto de super-vivencia, ya ni siquiera pretende forjar una pátina de superioridad intelectual vinculándose a la presunta elite social de «los artistas». Se limita a enviar a Pepiño Blanco a un minifundio de la televisión basura para que se iguale por abajo mediante la hipoteca de su tío, la pensión de su padre y mensajes primarios sobre la honestidad del Líder Máximo. Le envían, por tanto, a asegurar por la vía emocional los votos de las porteras, que son muchas y los sábados están todas viendo 'La Noria'.

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